Tras unos días de reposo de la vivencia de este último Consejo mundial quiero compartir con todos vosotros mi experiencia personal en este Consejo
Lo más fácil sería empezar por una relación lineal del orden del día y desarrollar lo dicho en cada punto. Pero para eso nuestro eficiente Filippo, secretario mundial, nos desarrollará un acta de cada sesión súper completa y que pronto podremos todo consultar en nuestra página web.
La jornada del Consejo no comenzó el día 22 sino ya el día anterior con el reencuentro entre los Consejeros venidos de todas partes. El teléfono móvil vibraba cada cierto tiempo con mensajes de “WhatsApp” con mensajes del tipo “ya estoy en la Pisana, ¿dónde estás? Poco a poco nos fuimos reencontrando los Consejeros mundiales. Alguno había aprovechado para hacer turismo el día anterior, o trabajar con diferentes consejeros en planes conjuntos. Asmirian, Horacio, Francisco, Alzira, Stanis, Phill, Patrick, Frank, Antuvan, Don Casti, Sor Leslye y yo nos fuimos reencontrando y ya todos juntos fuimos a cenar. Todavía quedaba por llegar todos los miembros de la SEM, Rosana y Antonio.
Una sobremesa larga preguntando por la familia, por cómo nos había ido el año, por los conocidos de otras Regiones. Un ambiente de familiaridad, parecía que nos habíamos visto hace 10 días y ya había pasado un año. Denotaba cariño, denotaba alegría, denotaba, no sé cómo decirlo, denotaba FAMILIA, denotaba espíritu salesiano. Me siento privilegiado de poder vivir esta experiencia en el servicio a la Asociación.
No daba tiempo para más porque al día siguiente teníamos que levantarnos pronto. A las ocho menos cuarto saldríamos camino del Vaticano a la Audiencia Papal de los miércoles. Nos habían tramitado entradas para la plaza del Vaticano y nos encontrábamos con una huelga de transporte y teníamos que salir de La Pisana antes de que comenzara el paro para no tener problemas. Amén del tráfico en Roma que es muy abundante. Pero eso lo dejamos para la siguiente crónica reposada.
Todavía recuerdo en mi retina los abrazos y los saludos a la llegada a La Pisana, me sonaban familiares, me sonaba una experiencia ya vivida. Reflexionando sobre la experiencia al escribir estas líneas me preguntaba dónde había vivido esta experiencia. Pues la he vivido en cada uno de los lugares en los que he tenido la suerte de visitar en estos años de servicio a la Asociación. Ese espíritu de Familia en el fondo es una de las cosas que nos enseña nuestro PVA, cercanía, cariño, disponibilidad… Estamos haciendo vida nuestro PVA.