Redacción.

25012024 Conclusiones JEFS-2024

El pasado 21 de enero, en la conclusión de las XLII Jornadas de Espiritualidad de la Familia Salesiana, se presentó, como documento conclusivo de las mismas, una CARTA DE DON BOSCO  a todos nosotros, poniéndonos en sintonía con su sueño de los 9 años. La carta está redactada por D. Bruno Ferrero, director del Boletín Salesiano de Italia.

La reproducimos a continuación.

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A mi queridísima Familia. 

Mis queridos hijos e hijas: 

El sueño que hace soñar. Este es el legado que os dejo: un sueño. Ese sueño que ha guiado mi vida. Ahora es vuestro sueño. Lo que he tenido de más precioso, os lo doy a vosotros. Vino de lo alto y, como todo lo que nace de Dios, no puede morir. Ha sido mi vocación y mi misión.

Si estáis hoy aquí, es porque habéis sido elegidos para una misión. Esta es vuestra vocación: estáis llamados a continuar lo que yo he comenzado. A realizar hoy todos los sueños de Dios, que son también los míos. Y a realizarlos juntos, en familia.

Por eso os pido que os vayáis. Una vez más, márchense. Partir sin descanso, sin cesar.

Como Abraham, como José y María, como Leví, Simón, Andrés y todos los demás. Como hice yo.

Vete, dice Dios. Yo te diré adónde debes ir. No os cansáis. No os detengáis nunca.

Os dije a menudo: descansaremos en el Paraíso. Que esta sea vuestra dirección. Id al Paraíso y llevad con vosotros a tantos niños, niñas y jóvenes como podáis.

Creed en las más altas y bellas verdades. Confiad en Dios Creador, en el Espíritu Santo que mueve todas las cosas hacia el bien, en el abrazo de Cristo presente en cada persona y que espera a todos al final de su existencia; creed, os espera, en la familia.

Confiad en la Maestra, dejad que os lleve de la mano. Ella nunca os abandonará.

Una Madre siempre mantiene el fuego encendido y la puerta abierta.

Estéis donde estéis, ¡construid! De pie, siempre. Si estáis abajo, ¡levantad! ¡El mundo os necesita!

Nuestro rebaño está amenazado, los lobos acechan: sus colmillos se llaman violencia física, violencia afectivo-sexual, violencia económica, ciberviolencia y la terrible exclusión social.

Amad a las personas. Amad una a una. Respetad el camino de cada uno, sea lineal o atormentado, porque cada persona es sagrada.

Llorad con los que lloran, pero trabajad para que no haya más lágrimas en este mundo. «No llores», dijo Jesús a la viuda de Naín. Devolved los hijos vivos a las madres de este mundo.

Que vuestra manera de amar sea una fuerza transformadora que lleve a la felicidad. Tened un amor puro, sembrad alegría y por donde pases sé una bendición. No desperdiciad vuestra vida. Contaminad el mundo con vuestra alegría.

Salvaos de la indiferencia. Disfrutad del milagro de la luz, del agua viva y del pan compartido. Recordad que la fe humaniza. Siempre. Observad, aprended y sed pacientes, y dejad que Dios dicte los tiempos de la Providencia.

No dejad espacio para pensamientos amargos y oscuros. Este mundo es el primer milagro que Dios ha realizado, y Dios ha puesto en vuestras manos la gracia de nuevos milagros. Esperad siempre un milagro, en la vida cotidiana.

Sincronizad vuestros latidos en las lágrimas de tantos jóvenes empobrecidos. Y en la rabia de quienes sólo han encontrado injusticias y abusos. Tened las puertas siempre abiertas. Sed responsables de este mundo y de la vida de cada joven. Pensad que cada injusticia contra un pobre es una herida abierta en el corazón de Dios.

Trabajad por la paz entre los hombres, y no escuchad la voz de los que propagan el odio y la división. Que haya paz y perdón en vuestros hogares. Todos juntos formad una verdadera familia, una ciudad firme, un espacio inclusivo. Un Oratorio. Sed un Oratorio.

Que cada joven y cada mujer que encontráis crezca en sabiduría, en edad, en gracia ante Dios y ante los hombres, y se convierta en protagonista de una nueva humanidad.

Pedid cada día a Dios el don de la valentía. Recordad siempre que Jesús venció el miedo por nosotros. Venced al mundo con el arma de María, la ternura. Como ha recomendado el Papa Francisco: Jesús nos ha dado una luz que brilla en la oscuridad: defended, proteged esa luz. Esa única luz es la mayor riqueza confiada a vuestra vida.

Y, sobre todo, ¡soñad!! No tengáis miedo de soñar. Soñad. Soñad con un mundo que aún no puedáis ver, pero que sin duda llegará.

Organizad la esperanza. Cuidad la creación. La esperanza nos lleva a creer en la existencia de una creación que se extiende hasta su plenitud última, cuando Dios será todo en todos.

Nuestro sueño es como la vida: es todo lo que tenemos.

No lo dejáis morir.

Así que vamos, vamos a cambiar el mundo. Juntos.