Como todos los años, sobre la mesa de la sala de profesores, una caja con calendarios de María Auxiliadora y un buen montón de calendarios de bolsillo. ¡Hay que hacer acopio para repartir a propios y a extraños! En nuestras casas, las de nuestros familiares, las de nuestros amigos. La casa de Madrid, la de la playa. Las de los compañeros de colegio.
Las de los alumnos y alumnas que, sin ser especialmente piadosos o “devotos” en el día a día, te sorprenden pidiéndote un par de ellos. Las de aquellos que aparentemente se olvidaron de la Iglesia y que, sin embargo, aún marcan el paso de los días sobre las hojas del Calendario de Salesianos/Salesianas.
Los que dejaron de lado el Oratorio, el Centro Juvenil o el Colegio en el que se formaron, pero que te enseñan la postalita de María sacada de su cartera, junto a su carné de identidad, porque es difícil renunciar a la propia identidad, aunque se quiera…
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