El mensaje del Aguinaldo sigue estando presente entre nosotros, también ahora en el inicio del tiempo de Cuaresma: llegados ante el pozo de Siquem, seguimos pidiéndole a Jesús que nos dé de esa agua para que no tengamos ya más sed.
A veces, sin saber muy bien lo que pedimos, sin acabarnos de fiar de las palabras del Desconocido que tanto sabe de nosotros. Otras, sin embargo, seguros en esa propia desconfianza que es la que nos permite abandonar nuestras seguridades para dejarnos totalmente en sus manos.
Sin embargo, en nuestro proceso de conversión, casi de manera inexorable, seguiremos viendo nuestro cántaro vacío y seguiremos desesperando cuando volvamos a sentir sed. Tendremos momentos de desesperanza y tendremos agotamiento por ir, una y otra vez, a la busca del manantial. Caeremos en la tentación, puede que sí, pero seguro nos levantaremos nuevamente.
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