Mª Carmen San Miguel SC
El Ropero de Pamplona tuvo su inicio en la necesidad de las personas, unida a la generosidad de la gente. El objetivo inicial es el envío de contenedores a misiones, pero, como enviar un contenedor resulta muy caro, pensamos en poner un precio módico a las prendas y menaje, y así disponemos de un dinero para financiarlo. En la actualidad funciona como un almacén para que las personas con pocos recursos puedan proveerse de prendas y objetos de primera necesidad. La sede del ropero es el antiguo colegio de las Hijas de María Auxiliadora, que al marchar las hermanas se quedó para el barrio como Centro Comunitario.
El ropero se nutre de prendas que trae la gente, para que todo aquel que las necesite. “Traen prendas de vestir, sobre todo, pero también ropa de cama, toallas, y otros utensilios y mobiliario: electrodomésticos, mesas, sillas… llegan prendas para gente adulta y también ropa para niños. Dado que los más pequeños crecen enseguida, muchas veces la ropa se les queda en muy buen estado y se puede aprovechar. Y también nos traen cunas y carritos, y todo esto ayuda mucho a la gente que lo necesita”.
El Ropero es llevado por voluntarias, cuatro Salesianas Cooperadoras y AA.AA. de las Hijas de María Auxiliadora ,en total unas 15 voluntarias. Las voluntarias, vecinas del barrio, recogen la ropa y la clasifican. “Si está en buenas condiciones se pone en perchas la ropa y se distribuye en percheros para mostrarlo a la gente. A veces nos dan cosas que están sin estrenar o en muy buen estado”. Además, esta iniciativa también cuenta con el apoyo de tiendas que antes de cerrar donan sus prendas, así como establecimientos hoteleros, que ofrecen su ropa de cama cuando la renuevan.
Cada vez hay más gente necesitada, pero el sector de la población que más acude a este punto solidario son los inmigrantes, así como gente que acude a las actividades que se organizan en el Centro María Auxiliadora y que se ve necesitada. “Se nota mucho la crisis y lo que intentamos es ayudar a esas personas que están bajo mínimos. Conforme vamos hablando con ellos, les vas conociendo un poco más y ellos mismos se abren y te cuentan lo que están pasando. O simplemente les ves y te das cuenta que hay niños con necesidades”. Y con el tiempo vas conociendo a las familias. De hecho, “algunas madres han venido aquí estando embarazadas y ahora vienen con los niños”, explica la responsable.
La cercanía con la gente que atiende a las personas es una característica que convierte al ropero solidario en un centro de referencia en el barrio. “Te acercas a hablar con ellos, interesándote por su situación y entablas una conversación con ellos. A algunos ya los conocemos desde hace bastante tiempo y sabemos cuáles son sus necesidades. Por ejemplo, si hay gente que va a ir unos meses a su país se les da más ropa para que se la lleven por si la necesitan. O hay gente que no tiene dinero para pagar, y se intenta favorecer su situación”.