“El mayordomo probó el agua convertida en vino sin saber de dónde venía (los sirvientes sí lo sabían porque habían sacado el agua), y entonces llamó al novio y le dijo: «Todo el mundo pone primero el vino bueno y, cuando ya están bebidos, el peor; tú, en cambio, has guardado el vino bueno hasta ahora»”
Los finales abiertos se utilizan cuando uno no quiere en el fondo que la cosa se acabe o bien, simplemente, cuando no se sabe muy bien como acabar. Lo recordaba esta tarde en el interior de la Mole Antonelliana, visionando la escena final de “Ladrón de bicicletas”, esa obra de arte de Vittorio de Sica que se cierra con el regreso a casa de Bruno de la mano de su padre, bajo la lluvia, ateridos de frío y de pena tras la aventura frustrada en la ciudad, a la que habían acudido buscando un futuro mejor. La censura de nuestro país en aquél entonces, añadió una coletilla en voz en off que hablaba de la esperanza de un mundo mejor a través de la caridad cristiana, de manera que el espectador podría llegar a pensar que, al final, esos pobres desgraciados tendrían una vida suficientemente digna y totalmente distinta a lo que podría llegar a parecer. La peli, los fragmentos realmente que hemos visto esta tarde alguno de nosotros en el Museo del cinema, pertenece al movimiento llamado Neorealismo Italiano, que viene a reflejar en el cine la triste realidad de un país que salía de una guerra y que veía terrible su futuro.
La exposición me ha evocado la realidad de los muchachos de Don Bosco, que acudían del campo a las ciudades esperando encontrar una mejor forma de vida y que frecuentemente caían en las manos de desalmados que se aprovechaban de ellos haciéndoles caer en la miseria no sólo material, sino también vital. Como en otros filmes, el blanco y negro se mostraba implacable para mostrar denuncias sociales que precisaban de respuestas adecuadamente ajustadas. Los autores, sin embargo, no llegaban casi nunca a precisar soluciones concretas, de no ser por las consabidas intervenciones de la voz en off.
No acaba de gustarme la voz en off. Siempre he considerado que lo mejor, lo más claro (o lo menos, según el caso), es dejar que el que hable sea el autor con su obra, y que los comentaristas se queden con la boca callada. O que, como mínimo, no intenten robar protagonismo a lo realmente importante y que su comentario no acabe siendo mucho más extenso que la propia cosa comentada. Por ser concreto: creo que las evocaciones son mejor si se ajustan a la respuesta personal, debidamente meditada. Las soluciones que podemos llegar a dar a todos esos casos de marginación, de emigración, de desgracia, de miseria, de periferia…de blanco y negro, que todos hemos visto en nuestras realidades cotidianas y en tantas ocasiones han salido a la luz durante estos días, no tienen un guión fijo. No basta aplicar una receta, aunque sepamos que el amor desinteresado y el corazón de Don Bosco son parte de ella.
Los finales abiertos están también presentes en nuestra Asociación. Llega ahora el momento del regreso a nuestras diferentes salas de proyección, donde debemos impresionar una pantalla en blanco con una imagen de esperanza para aquellos con los que trabajemos: nuestras familias, nuestros ambientes de vida y trabajo, nuestra realidad sociopolítica, nuestras parroquias, nuestros oratorios, nuestros centros juveniles…A todos nos ha costado mucho abandonar la velada de esta noche. Echaremos de menos los ajetreos, los momentos de prisa y los de pausa. La oración personal la comunitaria. Pero hay que regresar. Pero hay que continuar.
Afortunadamente, volveremos a vernos: con nuestros hermanos del Centro Local, en unos cuantos días; con los de la Provincia, tal vez un poco más tarde. Con el resto de hermanos de la Región, a no mucho tardar. Incluso ya nos hablan de un nuevo 3×3, o un 3×4…Naturalmente, ¿verdad Antonio, Raúl, Borja?, lo mejor está por llegar.
Un beso enorme a todos.