Ordenación Diaconal – Carles Rubio García – 25 de mayo de 2025
Queridos hermanos, soy Carles Rubio y tengo cincuenta y cinco años. Toda mi vida profesional la he dedicado al mundo de la educación, tanto en la escuela como la universidad. Estoy felizmente casado con Ana Arbona desde hace casi treinta años y somos padres de tres jóvenes fantásticos: Pau, David y Jordi. Tanto Ana como yo estamos muy estrechamente vinculados a la familia salesiana desde la niñez.
Quiero compartir con todas y todos vosotros que, si Dios quiere, el próximo sábado 25 de mayo el Sr. Cardenal Arzobispo de Barcelona, me conferirá la orden del Diaconado Permanente. Os preguntaréis cómo empezó este proceso y qué me motivó a iniciar este camino hacia el diaconado.
Os explico. Ya hace muchos años que, Ana y yo, somos miembros de la Asociación de Salesianos Cooperadores. En estos años mi actividad pastoral y profesional siempre ha estado íntimamente vinculada a mi compromiso apostólico con la pastoral juvenil. El camino hecho me ha permitido ir creciente como cristiano, orientando mi proyecto de vida como respuesta al llamamiento que Dios me hace, ahora y en todo momento. A finales de mi larga etapa profesional como director de la escuela de ingenieros de los salesianos, la EUSS, un buen amigo y sacerdote me habló de la vocación al diaconado permanente. Bien es verdad que fue toda una revelación. A medida que más sabía de esta vocación, más me atraía poder servir en la Iglesia a través de este ministerio ordenado.
Poco a poco, fui sintiendo que el Señor me pedía un compromiso más. Por este motivo, inicié los estudios del grado en ciencias religiosas en el ISCR-DB en Martí-Codolar y, poco tiempo después, la divina providencia favoreció que Ana y yo, tuviéramos un encuentro personal con el querido, y ya fallecido, Obispo Toni Vadell. A partir de ese momento la llamada se fue haciendo mucho más fuerte y clara e inicié el camino como aspirante al Diaconado Permanente participando del primer encuentro el 14 de septiembre de 2019.
El camino de preparación específica para el Diaconado me ha permitido disfrutar de tres grandes tesoros. Por un lado, los estudios del grado en ciencias religiosas que me han permitido adquirir una visión orgánica del Misterio cristiano, agrupada alrededor de los cinco núcleos que componen la estructura de este grado universitario: una base humanístico-filosófica, el Misterio de Cristo, el misterio de la Iglesia, el misterio de la persona y la acción pastoral. Por otro lado, este periodo de preparación me ha hecho vivir una experiencia de comunidad eclesial con unas personas fantásticas: los aspirantes y los candidatos de los obispados de Barcelona, Terrassa y Sant Feliu y sus esposas. Juntos hemos podido disfrutar de las propuestas formativas en materia pastoral, eclesial y humana que pide este ministerio. Finalmente, la orientación de los miembros de la comisión para la formación de los aspirantes y candidatos al Diaconado durante estos cinco años, que es lo que ha durado este periodo.
En ese proceso, intensamente vivido junto a Ana, me han acompañado el director para la formación, mi diácono-tutor y mi director espiritual que me han ayudado en el camino de llegar al fondo de mi corazón para ver que es aquello que me mueve y para liberarme de los humanos deseos y colocar allí a Dios. Ellos me han guiado a través del discernimiento, la deliberación y la elección. Nuestros encuentros han sido ocasiones para la revisión personal y para moverme a conseguir una mayor madurez cristiana viviendo equilibradamente la vocación matrimonial y la diaconal, centrando mi vida cristiana en Cristo, por Cristo y con Cristo.
Confío en ser digno de la llamada de Dios y dejar que el espíritu actúe en mí. Él es el que puede hacer de mí un servidor del pueblo de Dios a través de la palabra, la liturgia y la caridad. Estoy convencido que la fuerza del Espíritu recibida a través de la imposición de las manos del Sr. Cardenal, será también una gracia otorgada a mi familia y a mi entorno.
Os animo a conocer más y mejor esta preciosa vocación. Para todos aquellos que os plantéis iniciar este camino os aconsejo que abráis vuestro corazón a la acción de Dios. Y si tienes la inmensa fortuna gozar de las mieles del matrimonio, comparte con tu esposa y con tu familia el proceso. Si él te llama encontrarás las fuerzas y el tiempo para prepararte. Y, sobre todo, cuida la oración y la comunión eclesial. Y recuerda que solo injertados en Cristo podemos dar fruto.
Carles Rubio
Badalona, mayo de 2024