Isabel Pérez Sanz

Con los años que cada cual lleva a sus espaldas ¿es esto posible? ¿Qué debemos hacer para prepararnos, ejercitarnos en la metodología del «desaprender-aprender-reaprender», y abrirnos a lo nuevo? El tiempo de Cuaresma que empezaremos a final de mes, puede ser un buen entrenamiento para ir reconociendo los signos de esperanza y novedad que hay en nuestro entorno, y seguir adelante, avanzando

Quizá deba preguntarme qué imagen tengo de Dios. Si creo que Dios está allá arriba, alejado de nuestra vida cotidiana, familiar, laboral, de asociación… Si no he descubierto que es “Dios-con-nosotros”, que está en todo lo que vivimos llenándolo de sentido… deberé empezar a desaprender lo que es evidente que no me construye. Si todavía nuestro Dios es un conjunto de ideas y prácticas, pero no un Tú que calienta el corazón en nuestros encuentros con El, y en la oración… en Cuaresma, deberemos regalarle tiempo y disponibilidad interior, espacio para que pueda tocar nuestra vida con la presencia activa de su Espíritu y, así, aprender, aunque sea lentamente, a conformarnos con Jesús.

Si dejamos a Dios hacerse “cercano” y nos ponemos “a tiro” de la acción de su Espíritu, aprenderemos a aprender, es decir, re-aprenderemos que los desafíos, dificultades, caídas, imprevistos, fracasos, provocaciones, solicitudes más o menos inéditas, peticiones que, incluso, quedaban fuera de simpatías o capacidad, se convirtieron en ocasiones de crecimiento personal, momentos de formación y de cambio, y la imagen de Jesús irá creciendo en cada uno.

Para Francisco de Sales «no hay mejor lugar para encontrar a Dios y ayudar a buscarlo que en el corazón de cada mujer y hombre de su tiempo. Lo había aprendido desde su temprana juventud, observándose a sí mismo con fina atención y escrutando el corazón humano» (Todo pertenece al amor, p 7).

Y de sobra conocemos hasta qué punto lo aprendió don Bosco de su Santo Patrón: hasta proponerse que sus muchachos fueran “ciudadanos honrados y buenos cristianos”. Así fue transformando la sociedad de su tiempo, tras haber “contagiado” su proyecto y entusiasmo a hombres y mujeres, jóvenes y mayores: Salesianos, Cooperadores, Asociación de María Auxiliadora, e Hijas de María Auxiliadora.

Por la misma ruta transita el Rector Mayor, don Ángel Fernández Artime al regalarnos su Aguinaldo 2023: “Como fermento en la familia humana de hoy. La dimensión laical de la Familia de don Bosco”. Porque la levadura que ha de fermentar en profundidad y estatura la masa de la familia humana es, ni más ni menos, que la santidad en Cristo Jesús con la fuerza del testimonio.

No falta más que ponernos a la obra. Mirada y corazón en la Palabra Salvadora: de ELLA recibiremos luz y fuerza para “salir hacia la familia humana” mostrando claramente lo que somos. Como dice el Manifiesto del XXIV Congreso “Católicos y Vida Pública”: «Se hace preciso vivir con autenticidad la vida cristiana. No camuflar lo que se es […] Como levadura, crezca nuestro testimonio».
Un abrazo fraterno