Juan Luis Bengoa García
Bienaventurados los centros y provincias que se forman y crecen juntos en fraternidad, porque podrán poner el vino nuevo en odres nuevos.
Andrea y Pedro eran unos jóvenes que vivían su fe junto con su grupo de amigos. Hace unos años ya, comenzaron a apartarse de ellos, ante la imposibilidad de compaginar su horario laboral y de estudios con los momentos de encuentro y oración que tenían semanalmente en los locales parroquiales.
Andrea se fue alejando cada día más, al no poder compartir su fe y no encontrar la manera de poder vivirla en su nuevo contexto vital y laboral. Dejó de quedar, con, hasta entonces, sus amigos de la Comunidad, llevándola a una situación de abandono de su interioridad y de la participación en cualquier tipo de acto religioso, incluida la eucaristía dominical.
Pedro, por su parte, sintió la urgencia de poder seguir viviendo su fe junto a otros creyentes y tuvo la suerte de encontrarse con Carmen, una compañera de la oficina, que era Salesiana Cooperadora, con la que le resultó fácil congeniar y, a la invitación de esta a que fuera a una actividad solidaria de su Centro local, con motivo de la celebración de María Auxiliadora, se encontró con un montón de personas, de distintas edades, que vivían la fe y daban testimonio de ella con una alegría contagiosa que jamás había visto y sentido.
Pedro descubrió la necesidad de vivir la fe con aquella gente, con esa misma manera de dar testimonio del Evangelio, con la misma alegría y entusiasmo por servir a los demás y, al decir de Carmen, con una predilección especial por los jóvenes y más necesitados.
Pedro, al poco tiempo, pidió entrar a formarse como Salesiano Cooperador y, tras seguir todo el proceso de Formación, con las aportaciones de Andrés, Salesiano Cooperador a quien el Consejo local pidió que le acompañara, solicitó hacer la Promesa.
Desde que comenzó su proceso de Formación Inicial, Pedro participó en la mayoría de las actividades programadas por el Consejo local y por el provincial, lo que le ayudó en gran medida a darse cuenta de que, la alegría que había descubierto en aquella actividad solidaria de su actual Centro local, era vivida de manera semejante por los hermanos cooperadores de toda la Provincia e, incluso, de la Región, ya que pudo asistir, en vivo y en directo, al Encuentro regional que se celebró un par de meses antes de su Promesa.
Pedro, además de sentirse “vino nuevo en odre nuevo”, sigue creciendo y madurando la fe en su Centro local, en su grupo de SSCC, que son «su Comunidad de referencia».
La filosofía consiste en la lucha contra la estupidez
(Giles Deleuze)