Inmaculada Garzón Arboledas
En este número queremos conocer un poco más a nuestro hermano Walter Santos Silva, portugués del Centro local de la preciosa ciudad de Arcozelo.
Hola Valter, ¿qué podemos en un primer momento saber de ti? (edad, soltero, casado, niños, trabajo, aficiones…)
Hola, me llamo Valter Santos Silva y tengo 45 años. Desde pequeño he estado ligado a la Familia Salesiana. A los cuatro años entré en el Externado Nuestra Señora de Fátima de Arcozelo de las Hijas de María Auxiliadora. Desde entonces mi vida ha estado ligada a esta casa a través de su escuela, para seguir en el Movimiento juvenil, del cual soy uno de sus miembros fundadores, «Promotores de la Paz», donde descubrí la vocación de salesiano cooperador.
Mi camino de fe sucedía simultáneo con otras facetas de mi vida y a medida que la vida avanzaba sentí, dentro de mí, un movimiento de dos fuerzas que, en algunos momentos, no estaban presentes de la misma manera. Por un lado, el deseo de ser misión para los demás y, por otro lado, la necesidad de beber de la fuente. Y fue en la fusión de estos dos movimientos como mi vida fluía, como joven adulto, esposo y padre.
En mi juventud y adultez temprana, con cierto esfuerzo y dividido entre trabajo y estudios, completé mi licenciatura en Historia. Hoy en día, tras un largo peregrinaje por el campo de la educación, trabajo para el ayuntamiento de Vila Nova de Gaia en la concejalía de Cultura como técnico en el Museo donde, entre otras funciones, diseño las actividades de este espacio cultural.
Pero además de mi profesión, soy esposo y padre de dos hermosas hijas, que me hicieron redescubrirme como persona, sobre todo en mi vocación: lo que Dios quiere para mí, lo que estoy llamado a vivir y la huella profunda que el Señor deja en mi vida.
¿Desde cuándo eres salesiano cooperador y por qué?
Como he dicho, mi vida siempre ha estado ligada a la Familia Salesiana como un hombre joven que se graduó en el ideal de Don Bosco, como animador en el Centro Juvenil y después de un camino de discernimiento vocacional, como salesiano cooperador.
Este discernimiento vocacional se hizo presente en mis estados de vida como nexo de unión entre ambos. Siempre me identifiqué con el paradigma pastoral de Don Bosco: «Buenos cristianos y honrados ciudadanos» como una fórmula eficaz y transformadora de la sociedad actual.
El salesiano cooperador es un discípulo de Jesús al estilo de Don Bosco. Busca anunciar en su casa y en su ambiente diario, dando testimonio con su vida, un proyecto pastoral que colme su vida espiritual y le ayude a llevar adelante y realizar el sentido apostólico de su vocación y de su misión, teniendo como guías y modelos en su vida y en sus obras al Evangelio, a su Fundador y al Proyecto de Vida Apostólica.
¿Qué alegría te ha aportado la vocación salesiana?
La vocación salesiana me ha aportado una forma de ser. Para mí, la centralidad de esta vocación es la construcción de una identidad, que permanece fiel al carisma del fundador: alegre, servicial y dinámico en la relación con cada uno.
He aprendido que la acción y el dinamismo de Don Bosco nacen de la relación, una relación con ÉL, con María Auxiliadora y con los demás. De ahí todo surge, en la forma de actuar. Y con ello resalto la alegría de sentir en mi vida que la salesianidad se transmite “por ósmosis”. Por gestos, por actitudes de presencia y relación con los demás, que crean un dinamismo de reciprocidad y evolución personal.
Para mí ser salesiano es esto. Incluso puedo cantar y jugar, porque de hecho es un regalo que Dios me dio, pero lo hago con el propósito y la finalidad de llegar a los demás. Con el objetivo de llevarte un poquito de mí. A partir de aquí, en casa con mis hijas , que, si bien el padre canta y toca, la mayor, con sus cinco años, baila y la pequeña, con sus once meses, hace ritmos chocando los juguetes unos con otros.
¿Qué crees que es lo que los jóvenes nos necesitan hoy?
Para mí los jóvenes siempre necesitan referentes que les comuniquen fuertes elementos de personalidad que les sirvan de ejemplo de consistencia, coherencia y de saber vivir en comunidad, para que sean una presencia válida en todo el mundo.
Actualmente vivimos en una sociedad de lo inmediato y con un ritmo vertiginoso, que yo ya sentí en mi generación, en la que las redes sociales cobraron una fuerte influencia. Entiendo que es el resultado del progreso y que debemos saber acompañar en estos tiempos, utilizando las tecnologías de una forma válida, pero estoy cada vez más convencido de que esto no pretende sustituir el entorno cercano que todos debemos preservar y que nos hace ser más humanos.
El privilegio de la relación y la presencia que te acerca. Cuando miro a San Juan Bosco, veo un Santo de acción, pero una acción con un propósito claro e intuitivo de ayudar a la persona a reconocer sus dones, su proyecto de vida y a que descubra lo que Dios quiere y espera de uno mismo.
¿Qué es lo que más te gusta de la Asociación? ¿Dónde crees que se puede y debe crecer?
La Asociación tiene el ideal cristiano de promover el carisma salesiano en el mundo. La educación humana y cristiana de los jóvenes tienen su inicio en la propia familia de origen. La mayoría de nosotros somos padres, madres, abuelos, abuelas. De este modo reconocemos la necesidad de trabajar en la obra de Don Bosco por la fami-lia, la creación de propuestas hacia las familias que ayuden a promover la educación e integración de los jóvenes y, simultáneamente divulgando la vocación de educador al estilo de Don Bosco. Creo que este campo de acción puede dar frutos en la revitalización de grupos, dado que los jóvenes y las nuevas generaciones pueden identificarse más fácilmente con esta vocación siempre actual, integrándola en su proyecto de vida y de Iglesia.
¿Realizas algún proyecto pastoral o tienes algún proyecto en el horizonte?
Mantengo mi misión de evangelización a través de la música, poniendo en práctica uno de los dones que Dios me ha dado y que es una forma privilegiada que he usado en la comunicación.
Pero aún siento que mi mayor proyecto es mi familia y trato de actualizarlo a través del carisma de San Juan Bosco. Ya sea cultivando la relación con mis hijas y con mi esposa. En casa cantamos, bailamos y así tenemos este arte; pero sirve al propósito de la relación, de la presencia y de alcanzar el crecimiento en la fe. Y todo esto con el ruido y el tintineo de fondo de los juguetes de nuestra hija menor, aprendiendo a comprender el gesto de la señal de la Cruz con nuestra hija mayor, interiorizando las lecturas que nos ayudan en esta profundización y crecer con aquellos amigos que nos acompañan en este camino de vida y fe.
Muchas gracias, Valter, por compartir tu experiencia personal. Estamos muy contentos de poder conocerte un poco más. Un abrazo
La esencia de la consagración en la vida religiosa se encuentra
en ser sobreabundancia de trasparencia evangélica
(Rino Cozza)
Remar en mi querido arroyo hasta llegar al mar de la conciencia
y preguntar después al cielo gris si tiene datos sobre mi destino
(Mario Benedetti)