Ezequiel Benítez

Tras una semana de peregrinaje por Lisboa, en esta Jornada Mundial de la Juventud, toca deshacer el equipaje y guardar cada vivencia en los mejores lugares de la casa y del corazón.

En la caja de viajes especiales, se guardarán estampitas, pulseras, llaveros que recuerdan la universalidad de la Iglesia, concentrada en una semana y en una ciudad. Recuerdos de encuentros con otros peregrinos con los que conversábamos y a través de los cuales hemos conocido otros carismas y ambientes.

Vuelvo con la gran alegría de haber hecho experiencia de Dios en esta JMJ y notado su presencia en los diferentes ambientes, actos y celebraciones que se realizaban. Una alegría que surge tras compartir junto con tantísimos jóvenes esta rica experiencia que se notaba en cada esquina, en cada vagón de metro, en cada plaza o en las diferentes colas de espera en las que cantábamos, nos abrazábamos y nos reíamos al compartir diferentes anécdotas. Una alegría que no cabe en una caja ni puede quedar oculta en el corazón, sino que desborda y contagia a los demás. “La alegría es misionera” nos decía el papa Francisco, y cuánta razón en estas palabras.

Una alegría compartida que se evidenció en el patio de la Casa Salesiana de Estoril donde celebramos la fiesta del Movimiento Juvenil Salesiano. Una jornada de juegos oratorianos, de encuentros con otras casas salesianas, bailes y cantos que evocaban la realización del sueño misionero de Don Bosco: los salesianos y salesianas repartidos por el mundo. Estos grandes santos nos enseñaron que los sueños se pueden cumplir y, sobre todo, la importancia que tiene la presencia salesiana entre los jóvenes velando por sus sueños, para que no caigan en la depresión, ansiedad o tristeza. El Papa Francisco lo detalló en la homilía de la misa de envío: “No seáis administradores de miedos, sino emprendedores de sueños”. Es algo que debemos grabarnos en el corazón salesiano de cada uno de nosotros.

Don Bosco, se hizo presente en muchas conversaciones con otros peregrinos. ¡Qué bonitos encuentros en los que el brillo de los ojos reflejaba la gran admiración por Don Bosco!, incluso de aquellos que no pertenecían a ambientes salesianos. Son muchas las parroquias o escuelas que tienen como patrón a Don Bosco, modelo de referencia para muchos niños y jóvenes.

El eco de “todos, todos, todos” resuena una y otra vez al escribir estas palabras y recordar la JMJ. El Papa Francisco nos deja como enseñanza que “en la Iglesia hay espacios para todos”, que la acogida es primordial en nuestros espacios cristianos y salesianos.

Encuentros, vivencias, enseñanzas que más que guardar en el corazón deseo poner en práctica en mi día a día, con el firme propósito de seguir creciendo en la fe y de estar cerca de los jóvenes que más lo necesiten, apostando por ellos, acompañándolos en sus historias de vida.

 

Después de Auschwitz se puede orar, porque en Auschwith se oró
(Juan Bautista Metz)