Isabel Pérez Sanz
Resuena en nuestros oídos, y es acogido con gozo y satisfacción, el nombramiento de León XIV. Una plaza de San Pedro, expectante y emocionada esperaba…Tras invocar en su saludo las palabras de Cristo Resucitado: “La paz sea con ustedes…” concretó: «Quisiera que este saludo de paz llegue hasta sus corazones, que alcance a sus familias, a todas las personas, donde sea que se encuentren, a todos los pueblos, a toda la tierra. […] Debemos buscar juntos cómo ser una Iglesia misionera, una Iglesia que construye puentes, dialoga, siempre abierta a recibir, como esta plaza, con los brazos abiertos. A todos, todos aquellos que necesitan de nuestra caridad, de nuestra presencia, de nuestro diálogo y de nuestro amor».
Y sí, citó a Francisco en su última aparición antes de morir, diciendo: “Todavía conservamos en nuestros oídos la voz débil, pero siempre valiente, del papa Francisco que bendecía a Roma y al mundo entero en la mañana de Pascua. Permítanme continuar con esa bendición”. Los aplausos enfervorizados.
“La humanidad necesita a Cristo, como puente para ser alcanzada por Dios y su amor. Ayúdennos y ayúdense unos a otros a construir puentes con el diálogo, con los encuentros, uniéndonos a todos para ser un solo pueblo, siempre en paz».
Y pasando a nosotros, iniciamos el tercer año del trienio al 150 aniversario de nuestra Asociación: “relanzar nuestra identidad y misión con la mirada puesta en un futuro de esperanza” y, en este sentido, el proceso de la Asociación está muy, muy en línea con las pautas que va marcando el Papa que pidió a los fieles «caminar como Iglesia unida, buscando siempre la paz, la justicia, tratando siempre de trabajar como hombres y mujeres fieles a Jesucristo, sin miedo para anunciar el Evangelio, para ser misioneros».
¿Qué más se puede decir que no haya dicho el Papa León?
- En este mes de junio, celebramos el Corazón de Jesús, y en la encíclica “Dilexit nos», la cuarta de Francisco, retoma la tradición y actualidad del pensamiento «sobre el amor humano y divino del Corazón de Jesucristo».
Renovemos la auténtica devoción: la ternura de la fe, la alegría de ponerse al servicio y el fervor de la misión, porque el Corazón de Jesús nos impulsa a amar y nos envía a los hermanos. Importa volver a su Corazón y desde Él, infundir en las personas esperanza, nuevos ánimos, mirándolos con cariño, respeto y amor. Jesús nos llama a aliviar el sufrimiento, a sanar la vida. - Y, desde mis vivencias y mi sentir en estos años como delegada, quisiera agradecer, desde el corazón, la aceptación y cercanía que he sentido en la Asociación de SSCC, los gestos de cariño y la experiencia de familia que he encontrado, creyentes siempre en camino, con iniciativas múltiples, con mucha vitalidad en los Centros, con sentido e identidad cristiana y salesiana.
Nos iremos encontrando en el camino. Que Dios siga bendiciéndonos.
