Borja Pérez 

Poco a poco van avanzando los meses de este 2023 y abrazamos ya el inicio de la Cuaresma. En su mensaje para la Cuaresma 2022, el Papa Francisco nos decía: “La Cuaresma nos invita a la conversión, a cambiar de mentalidad, para que la verdad y la belleza de nuestra vida no radiquen tanto en el poseer cuanto en el dar, no estén tanto en el acumular cuanto en sembrar el bien y compartir”. En su mensaje de 2021, el Santo Padre afirmaba que “Vivir una Cuaresma con esperanza significa sentir que, en Jesucristo, somos testigos del tiempo nuevo, en el que Dios hace nuevas todas las cosas”.

La Cuaresma es también una invitación a seguir caminando junto a Jesús, sin miedo al desierto que en ocasiones hay que atravesar para llegar renovados y con esperanza al final de ese camino, que es la Pascua. Esto requiere una preparación para llevar a cabo este camino, un esfuerzo de conversión constante para llegar lo más preparados posible, dentro de nuestras limitaciones e imperfecciones, al encuentro con el Señor en la Pascua.

Como salesianos cooperadores, ¿cómo podemos llevar todo esto a nuestra vida personal y asociativa?

Nuestro Proyecto de Vida Apostólica, en el Artículo 19 del Estatuto, nos habla de la vida de oración del salesiano cooperador, incidiendo en la vida sacramental y en particular en la Reconciliación, donde los salesianos cooperadores “encuentran la misericordia del Padre, que imprime en su vida una dinámica y continua conversión y los hace crecer en la capacidad de perdonar”. Estamos llamados por tanto a una continua conversión, no sólo durante la Cuaresma si no en todo momento, alimentada entre otras cosas por la frecuencia en los sacramentos.

Igualmente, en el Artículo 26 del Estatuto se nos habla de que los salesianos cooperadores “frente a los retos y dificultades socioculturales, asumen una actitud crítica y constructiva. Se comprometen a difundir en la sociedad una cultura cristiana y ética de la acogida y de la solidaridad”, en la línea del referido mensaje de Francisco de 2021.

Como salesianos cooperadores y como cristianos se nos invita por tanto estos días a caminar con esperanza, en nuestras dificultades cotidianas, con el corazón abierto al cambio y renovación, con ayuda de la oración y los sacramentos, para alcanzar la meta de la Pascua, del encuentro con Jesús que hace nuevas todas las cosas, remueve corazones y lleva a la felicidad plena.

Nuestro proyecto de este año desde la Región nos habla de caminar juntos, atentos a lo que nos rodea, para renovarnos en lo personal y también en lo estructural, en nuestros proyectos asociativos, para responder más eficazmente a los retos que se nos plantean como laicos dentro de la Iglesia y la Familia Salesiana.

En cierto modo, el trabajo que estamos proponiendo este año es un camino similar al camino de la Cuaresma. Un camino donde se nos invita a despojarnos de lo que nos sobra y a centrarnos en lo verdaderamente importante, se nos insta a transformarnos, a convertirnos, para dar renovadas respuestas a los desafíos que tenemos ante nosotros.

Os invito a vivir continuamente nuestra vocación y nuestra vida asociativa desde estas claves.

Por la gracia de Dios pude tener la fuerza para refrenar la pasión de la ira,
a la que naturalmente estaba inclinado
(San Francisco de Sales)