Raúl Fernández Abad

Estamos viviendo un momento histórico en España que seguro que tendrá repercusión en la historia escrita de la Humanidad. Estamos en medio de una pandemia global que se va extendiendo por todo el mundo a una velocidad superior a la asimilación de sus noticias y consecuencias.

Mi artículo este mes iba a ir en otra dirección. La idea inicial era dar gracias por las muestras de cariño que hemos tenido Ana y yo de parte de muchos de vosotros en su enfermedad. Cómo esas muestras de cariño y ese estar pendiente de nosotros me han ayudado a reflexionar en torno a cómo debemos actuar con los hermanos y cómo nos comunicamos.

A través de los Consejos provinciales he enviado una primera carta ante la situación de la epidemia del Coronavirus con alguna recomendación, ruego o petición. Sé que hay hermanos que están infectados por este virus y por ello os pido que recemos por ellos, por su pronta recuperación y por aquellos que se contagien a posteriori.

Dicen que podemos tomar dos actitudes ante las dificultades: dejarnos vencer o tomarlo como una oportunidad de crecimiento.

San Ignacio en sus Ejercicios Espirituales, dentro de la primera semana, propone el examen general que contiene cinco puntos y que concluye con un Padre Nuestro. Los puntos cuatro y cinco nos vienen como anillo al dedo en esta situación: «pedir perdón a nuestro Señor de las faltas» y «proponer enmienda con su gracia». Esto lo podemos traducir como aceptarnos cómo somos pero con propósito de mejora.

El día a día nos puede y muchas veces no tenemos tiempo para pararnos a pensar y a atender otros compromisos y otras necesidades. Ahora tenemos ese tiempo para planificar y planear otras acciones.

Tenemos un tiempo en el cual nos podemos redescubrir y nos podemos poner en manos del Señor para hacer nuestra Cuaresma y nuestra Resurrección personal.

Estamos en alarma y en situación de confinamiento personal. Pero ojo: esta situación no debe hacernos aislarnos del mundo que nos rodea. Las noticias nos animan a que tengamos el menor contacto físico con el resto de personas que nos rodean. Pero no podemos resignarnos y aislarnos totalmente. Aislarnos físicamente no quiere decir que no estemos preocupados y pendientes de nuestros hermanos.

Os animo a redescubrir otras formas de comunicación. Las redes sociales están ahí y podemos interactuar limitadamente. Ahora es un momento de recuperar el teléfono o la video llamada.

Lo importante no solo es leernos sino también vernos y escucharnos. Recuperemos la función de teléfono de nuestros móviles y llamemos a nuestros hermanos; preocupémonos de ellos, de sus necesidades, de si necesitan ayuda de cualquier tipo, incluso económica. Entre nuestros hermanos más cercanos seguro que alguien nos necesita.

No olvidemos de nuestros mayores. Ellos han sido, en multitud de casos, ejemplo en nuestra vocación. Pues tenemos una oportunidad de devolverles parte de lo que hicieron por nosotros. Dediquemos un tiempo al día para nuestros hermanos y que nos sientan cercanos y presentes. Y es un buen momento para poner en práctica nuestro documento de alejados con aquellos hermanos que no vemos tan frecuentemente. Llamémosles. Seamos en este momento solidarios en nuestro aislamiento físico.

Cuidaros mucho hermanos. Un abrazo fraterno

Señor, que vivamos siempre de aquel mismo amor que movió a tu Hijo
a entregarse por la salvación del mundo
(Colecta domingo V de Cuaresma)