Joaquín Torres Campos

“Y bendijo Dios el día séptimo y lo consagró, porque en él descansó de toda la obra que Dios había hecho cuando creó” (Gn 2,3). Después de haber echado a andar todo el universo, Dios ‘se tomó un descanso’ para indicarnos lo sabio que resulta saber respetar los ritmos de la vida.

“Todo tiene su momento, y cada cosa su tiempo bajo el cielo” (Ec 3,1). Parece que nuestra época en Occidente viene caracterizada por la velocidad, la inmediatez, el frenesí.

En su origen, la palabra ‘ritmo’ remetía al fluir gozoso de los ríos, al orden y a la proporción, a la agradable sensación de la combinación adecuada de sonido y silencio. Quizá nuestros ritmos se han vuelto arrítmicos. Incluso, cuando llegan las ansiadas vacaciones, en ocasiones se ven empañadas por la agitación y el ajetreo, que no logramos quitarnos de encima.

Poder disfrutar de unos días o de un tiempo de descanso apunta a la sabiduría de Dios y del orden de su creación, y nos habla de salud, de salud de cuerpo y de alma. En el capítulo III del PVA/E, consagrado al “espíritu” que anima al Salesiano Cooperador, los artículos 17, 18 y 19 definen un ‘estilo’ concreto de acción, relación y oración. Y los artículos 11 y 12 del PVA/R, precisan cómo es esa acción y explicitan la vida espiritual que da color salesiano a su vida.

Todo el conjunto nos invita a un estilo de vida saludable en ambos sentidos: alma y cuerpo. En Don Bosco contemplamos ese ideal de armonía de vida. Trabajador incansable, además del ritmo cotidiano de su unión con Dios a través de la eucaristía y la oración, no descuidaba los Ejercicios Espirituales anuales ni los retiros mensuales.

Tiempo para trabajar, tiempo para descansar. Tiempo para la acción, tiempo para la contemplación. Tiempo veraniego para el sosiego, para tomar de nuevo el pulso a la vida, para tonificar nuestro ánimo, para sanar las arritmias y poder gozar de un auténtico, verdadero y saludable ritmo.

En los no tan lejanos años 80, Annie Lennox y David A. Stewart triunfaron como grupo llamándose Euryhtmics. De alguna manera, los Salesianos Cooperadores también podíamos escoger ese nombre, pues, en verdad, estamos llamados a ser seres eurítmicos, personas con el pulso adecuado, acompasado al latir de Cristo, y haciendo de nuestras vidas una auténtica obra de arte (cfr. DLE, primera acepción de la palabra euritmia).

¡FELIZ Y PROVECHOSO VERANO!