Rafael Villar Liñán

Desde el verano se está hablando mucho del documental “El dilema de las redes sociales”, (Netflix). En él, varios excargos importantes de las mayores empresas de Internet, van analizando la evolución de las redes sociales desde que aparecieron hasta hoy día. Todos coinciden en que están arrepentidos del rumbo que han tomado estas empresas.

Por resumir un poco el documental, se pueden extraer dos conclusiones. La primera que, aunque en su origen estaban diseñadas para mejorar las relaciones personales, hoy en día su único objetivo es cómo hacer para que los propietarios de las redes ganen más dinero, intentando que pasemos el mayor tiempo posible mirando a nuestro móvil. La segunda conclusión es que un uso inadecuado de las redes por parte de algunos usuarios está provocando la radicalización de muchas personas, especialmente de los jóvenes y de las personas con un perfil educativo más bajo.

De lo primero, la intención de las empresas es totalmente legítima mientras no trasgredan las leyes. Están en su derecho de querer ganar el máximo dinero posible (mejor no entrar aquí a discutir sobre el capitalismo, que no es el tema que nos atañe). Pero sobre la segunda, debemos andarnos con cuidado. Unos algoritmos que están diseñados para ofrecernos lo que más nos interese en cada momento están siendo utilizados para manipularnos y radicalizarnos. Considera lo que pasa cuando ves un vídeo cualquiera en Youtube, desde ese momento empezarán a aparecerte vídeos relacionados con el primero que viste. Si estás viendo vídeos de gatitos o de Les Luthiers no pasa gran cosa. Pero si estás viendo otro tipo de vídeos las consecuencias pueden ser graves, ya que podemos quedarnos en un círculo de radicalización del que no podremos salir. Hace unos años se nos decía que “los terroristas se habían radicalizado en internet” y nos asustábamos, pero hoy vemos con total naturalidad el auge de algunas ideologías políticas muy extremas por todos los flancos (incluso el divertido “Extremo Centro” que utiliza el documental para no herir a nadie).

Cuando somos adultos educados en el pensamiento crítico y en saber situar las cosas en contexto, podemos ir viendo contenidos que vengan desde diferentes sectores y finalizaremos sacando nuestras propias conclusiones. ¿Pero qué ocurre con nuestros jóvenes y adolescentes? Es nuestro deber estar con ellos en este gran patio digital, acompañándolos y dialogando más que nunca con ellos, comentando y sacando conclusiones sobre el contenido que van viendo en las redes.

Y lo dicho no es solo aplicable a la política. Son muchos los contenidos peligrosos que están proliferando. Pero veamos esto también como un halo de esperanza: acerquémonos más a nuestros jóvenes para prevenirlos mejor que nunca y, ¿por qué no?, usemos también ese potencial “radicalizador” para sembrar nuestra semilla de evangelización.

Deja que todo esté abierto a Dios y para ello opta por El,
elige a Dios una y otra ve. No te desalientes
(Papa Francisco)