Rafael Villar Liñán

Dentro de esta serie de artículos, en el número de mayo hablaba de cómo para transmitir nuestro mensaje en las redes sociales teníamos que basarnos en microrrelatos que refuercen un concepto, igual que las parábolas evangélicas. Si seguimos ahondando en esa idea, nos encontramos con que, si queremos realizar una auténtica evangelización en las redes sociales, si queremos ser unos auténticos influencers, tenemos que adaptar nuestros contenidos al lenguaje dominante en la cultura mediática: el lenguaje publicitario.

Tenemos que ser valientes y modernizar nuestro lenguaje. En las redes podemos encontrar muchos ejemplos de auténticos influyentes como El Rey de los Mindundis, El Jartista o Javi Comino, entre otros muchos. ¿Pero cómo lo hacemos? ¿Cuáles son las claves de este nuevo lenguaje? Veamos algunas ideas importantes que nos ayudarán a darle calidad a nuestras publicaciones.

En primer lugar, una característica de la cultura mediática es la fragmentación del mensaje. No podemos pretender transmitir varias ideas en un único cartel. Tenemos que tomar un concepto breve y exprimirlo al máximo. Una idea por cada cartel, pero que pueda tener varias lecturas y matices.

En segundo lugar, una publicación se debe caracterizar por la escasez de palabras y la predominancia de la imagen. Dicen que una imagen vale más que mil palabras. Así que hay que buscar las imágenes que digan las mil palabras. Y sintetizar nuestro mensaje en no más de 5 palabras, tan bien escogidas, que valgan por otras 1000. En el caso de los vídeos, tenemos que buscar también la concreción (no llegar a un minuto) y usar una combinación de imágenes y música para emocionar, reduciendo también al mínimo la palabra.

En tercer lugar, una gran oportunidad que debemos aprovechar: nuestro mensaje evangelizador es muy potente, pero pocos publicistas se atreven con él. Nosotros podemos ser valientes y utilizar el lenguaje dominante para transmitir algunos temas que, seamos sinceros, son tabú en nuestra sociedad. Seguro que eres capaz de recordar muchísimas campañas en las que dijiste “¡Qué bien hecha está! ¡Parece un anuncio de verdad!”. Esas son las campañas que impactan y se recuerdan.

Por último, quiero lanzar un reto. Todo esto que he expuesto en esta columna supone que no podamos dejar nuestras campañas en manos de cualquiera. Mejorar nuestra comunicación supone encargarla a los mejores. Se requiere cierta profesionalidad. Cierto es que no siempre vamos a tener un publicista cerca. Pero seguro que en nuestros centros podemos encontrar a más de uno que tenga visión publicitaria. Y si no, hoy en día es fácil formarse y contamos con herramientas como Canva o Freepik, que nos facilitan resultados casi profesionales con muy poco esfuerzo (el mejor ejemplo es que yo mismo he ido aprendiendo con ellas a lo largo de las campañas de Pascua).

No veo la miseria que hay, sino la belleza que aún queda
(Ana Frank)