Luis Fernando Álvarez, sdb
Esta mañana, preparando la introducción al boletín me preguntaba: ¿Cómo vivir un tiempo de merecido descanso para “recargar las pilas” desde la cordialidad del encuentro? ¿Cómo seguir creciendo en la fe y abrirnos a la acción del Espíritu Santo que mora en nuestro corazón? ¿Cómo seguir construyendo el reino de Dios, que todos sus hijos tengan lo necesario para vivir con dignidad y no permite que hagamos vacación de nuestros compromisos asumidos en libertad?
Pensaba en los consejos que habitualmente ofrece sanidad para mantener el equilibrio en días de fuerte calor y me decía: Es necesario recuperar la importancia de:
- Beber el agua fresca, para calmar nuestra sed, es una práctica fundamental para hidratar nuestro organismo. ¿Y cómo lo haremos? Con el agua fresca de la convivencia, cultivando relaciones gratuitas y cariñosas con la familia, con los amigos, con quienes nos encontremos. Serán los espacios que hidratan nuestra necesidad de afecto y calman, con frecuencia, la sed de sentido y de amor.
- Tomar aire fresco, para que nuestro organismo respire a pleno pulmón y no reaccionemos impulsivamente ante situaciones imprevistas o no gratas. Y ese “aire” que necesitamos nos lo puede dar el vivir el Evangelio al estilo de Jesús, para que, ante situaciones del día a día que nos cuestan, vivamos con el «aire» de la paciencia, de la compasión, de la generosidad.
- Cultivar una dieta saludable: dedicando tiempo a la familia, a compartir “los gozos y esperanzas”, escuchando los relatos de vida de nuestros mayores, compartiendo los juegos con los pequeños, interesándonos por nuestros vecinos y amigos. Y como dice nuestro PVA (Art 10, 2) «Los SSCC favorezcan un ambiente familiar en el que el diálogo constante, la presencia animadora, el acompañamiento personal y la experiencia de grupo ayudan a percibir la presencia de Dios». Nos ayudará a ello, vivir y compartir, como comunidad cristiana la celebración de la Eucaristía, allí donde nos encontremos.
- Protegerse del sol ardiente, usando gorra o sombrero, gafas de sol, intentando caminar bajo los árboles o donde haya sombra. Utilizando la protección adecuada y, si es necesario, con filtro de protección solar. Como dice el Papa Francisco en este tiempo, dejamos los cotilleos y la murmuración que, no solo requiere controlar la lengua, sino que, hay que cambiar la mentalidad. Como decía San Francisco de Sales: «Cuanto más nos gusta ser aplaudidos por lo que decimos, tanto más propensos somos a criticar lo que dicen los demás».
- Divertirse sanamente, para testimoniar con la vida, la belleza y la alegría de vivir. Con la seguridad de que Dios-Amor, también en este tiempo de verano, es el primer interesado en suscitar gozo por la vida y deseos de crecimiento. Él está en nosotros y en cuentos nos rodean. Con mirada atenta y el corazón abierto podremos gozar con El.
Para todos y todas ¡Feliz verano