Antonio de la Flor y Teresa López
Hola Familia:
Las nuevas tecnologías están entre nosotros y no se van a marchar, todo lo contrario, serán cada vez más parte de un entorno que cada día es más electrónico. Cierto que la implantación en la vida diaria de los avances tecnológicos realiza verdaderos alardes de hacernos la vida más cómoda. Pero, ¿hasta donde debe de ser o no parte de nuestra vida cotidiana? ¿Podemos vivir sin ellos?
Nuestro querido amigo Luis Bononato Vázquez, presidente provincial y nacional de Proyecto Hombre, nos ha transmitido desde hace tiempo, que una droga que está haciendo estragos es el teléfono móvil. De este “aparatito” queremos compartir con todos vosotros la lectura de una reflexión que hace también un buen amigo nuestro que alguna vez hemos traído hasta aquí. Juan Bautista de las Heras Millán, hermano de La Salle y autor del blog: «La esquina del encuentro». Los móviles se han convertido en aditivos y nocivos para la salud humana. Estoy convencido. Y lo peor es que casi nadie se libra de esta nueva “drogodependencia”, o bien, “ludopatía” que parece más suave. El pan y circo de los romanos se ha quedado en mantillas. Y el fútbol, en la TV, empieza a no tener ni punto de comparación con el celular, como dicen, allá en América. ¡Qué juguete más bueno, de uso para todos los públicos! El móvil ya es omnipresente y omnipotente como dios. Basta que miremos a nuestro alrededor. Los móviles en la calle, con mucho es la imagen más visible. Hasta en los pasos de cebra se camina sin mirar, da igual que vengan los coches o las motos. Hace poco se veían los escaparates, a las personas, ahora solo se ve el móvil. Los móviles en los bares, la verdad es que dan pena las personas, no crean que solo son los jóvenes, ahí están sentados, cada cual, pendiente del aparatito, entretenidos con no se sabe qué asunto, mientras, se ha perdido la comunicación con los que están al lado. Los móviles en las casas, aquí ya casi podemos hablar de “cáncermovilitis”. Si a veces cuesta la comunicación familiar en el hogar, ya con el móvil, se acaba de rematar la faena. Esta “enfermedad” la padecen las parejas, los padres son sus hijos y los hermanos entre sí. Y se salvan algo los abuelos, porque no están muy al tanto de estas tecnologías.
Los móviles en las reuniones, cualquier excusa sirve para evadirse del asunto que se está tratando. Además, es que nos creemos capaces de llevar varios temas a la vez. Y como los WhatsApp, los podemos incorporar al ordenador con una aplicación, hasta parece que estamos tomando nota de lo que se está diciendo.
Los móviles en la playa o el campo, esto ya si que es el colmo. Aunque hay un ‘inconveniente’, a veces no hay cobertura. Encima nos enfadamos (síntoma de la dependencia). Espacios para disfrutar del agua, del aire, del sol, los convertimos en elementos secundarios, porque el móvil es el móvil. Falta nada y menos para comenzar a disfrutar de unas merecidas vacaciones. Con el descanso, tendremos oportunidades para proyectar acciones efectivas con la familia y amigos. Algunas iniciativas: cuándo estemos juntos, los móviles dejarlos en algún sitio, todos juntos, que no se oigan tampoco sus “pititos”. En el desayuno, comida, merienda, cena, helados, copas en terrazas, en silencio. Estas y otras muchas son importante para disfrutar de lo más importante, nosotros y los nuestros. ¡Feliz verano! FAMILIA
Es muy importante contemplar al Jesús joven que nos muestran los evangelios
(Exhortación Apostólica Christus vivit, 31, Papa Francisco)