Borja Pérez
sc, Centro local de Santander
El espíritu de estas líneas no es el de hacer un resumen del capítulo que convalide por su propia lectura, si no el de aportar una serie de ideas, invitando a su lectura reposada, llegando al verdadero espíritu de nuestro PVA, esto es, ser un auténtico “libro de vida”. Creo que debemos siempre entender nuestro PVA desde esa perspectiva, dejando de lado su carácter más regulatorio, presente pero siempre al servicio de nuestro proyecto personal de vida: Servir al Evangelio desde el estilo salesiano.
En este sentido, este capítulo pasa por ser uno de los que presenta un mayor carácter organizativo, al ser el que nos presenta algunos de los aspectos más reglados de la vida asociativa, como el ingreso y salida de la Asociación, la formación inicial, la fórmula de la promesa… No obstante, siempre deberíamos ser capaces de leer estos artículos desde la perspectiva de nuestra vida y vocación, ya que todo lo que dicen está al servicio de éstas.
Algunas ideas y pistas que lanzo:
Llamados a la santidad. «Que el Señor os colme y os haga rebosar de amor mutuo y de amor a todos…para hacer fuertes e irreprensibles vuestros corazones en la santidad».Los versículos que acompañan este capítulo nos recuerdan nuestra llamada a la santidad, que debe ser la meta de esa pertenencia y del afán de formarnos: Pertenecemos y nos formamos para ser santos: Esa pertenencia debe suscitar en nosotros un dinamismo nuevo, que nos acerque más a Dios y a nuestros hermanos. En el Aguinaldo de este año el Rector Mayor nos da claves en este sentido: La santidad no es un ‘plus’ facultativo ni un objetivo solo para algunos. Es la vida plena, según el proyecto y el don de Dios. Por tanto, es un camino de humanización”. Para nosotros, el proyecto de Dios y nuestro camino de humanización es la Asociación, por medio de nuestro PVA.
La formación como un instrumento en ese camino a la santidad, no como un fin en sí mismo. No somos cooperadores para formarnos. Se destaca la formación como un hecho personal: cada uno toma sobre sí la responsabilidad de formarse. Es una formación para ser más que para hacer, y nos formamos no sólo con materiales si no también con experiencias, que compartimos con nuestros hermanos. Somos SSCC porque asumimos un estilo de vida conforme al Evangelio, participando en la misión de la Iglesia.
Entender nuestra formación y pertenencia a la Asociación como una forma de ponerse en camino, donde la promesa es sólo una primera meta. Un camino para desarrollar poco a poco la vida bautismal comprometiéndose en la realización de la misión salesiana según el espíritu de Don Bosco. Un camino donde vamos descubriendo la opción de vida que supone la pertenencia a la Asociación, de forma libre, motivada y gradual, respondiendo a una llamada, que es personal, pero que está mediatizada con frecuencia por los hermanos que nos acompañan en este camino. El estar insertos en una realidad tan dinámica, “nos permite soñar en grande”.
Una pertenencia que implica exigencias (vida de comunión con los hermanos, con una misión común), pero que también da frutos, el más precioso de los cuales es la alegría, no superficial si no profunda, enraizada en la Fe compartida y manifestada en favor de los jóvenes.
A partir de estas ideas y otras muchas que faltan, te invito a apreciarlas en la lectura sosegada del PVA y de su Comentario. Estoy seguro de que esta lectura nos ayudará a volver a lo importante.
Ya no vivo yo, es Cristo quien vive en mi
(Carta del Apóstol San Pablo a los Gálatas, 2, 20)