Isabel Pérez Sanz

Ya avanzado el Jubileo de la Esperanza y en este tiempo pascual quiero felicitaros a cada uno de vosotros por ser con vuestra vida anuncio de la Alegría Pascual y comunicadores de la PAZ de Cristo Resucitado.

Hemos descubierto que nuestra vida es sólida y firme, si está anclada en Cristo. Estamos invitados a renovar nuestra fe, con la experiencia del perdón de Dios, siendo testigos cercanos y visibles de esperanza.

Y la esperanza, como dice el Papa Francisco, no defrauda porque está fundamentada en la certeza de que nada nos puede separar del amor de Dios. Y ello nos lleva a vivir en una alegría que no puede ocultarse.

Hoy, tomando algunas ideas de las circulares de Madre Chiara, os quiero presentar a Sor Maria Troncatti, fma, que está a la espera de fecha para su canonización.

El corazón misionero de nuestros Fundadores los hace «salir» al encuentro de los jóvenes más pobres y abandonados, dispuestos a dar la vida para salvarlos. Sor Troncatti destaca por ser madre, misionera, artífice de paz y reconciliación.

Madre: En ella, emerge la dimensión materna, que brota de su profunda intimidad con el Señor. Sor María es una mujer feliz, apasionada por Jesús. El secreto de su entrega nace de la oración constante, del permanecer, en el silencio de la noche y del amanecer, ante su Señor.

Es incansable en su servicio a los pobres, los enfermos y desanimados, «sus» queridos Shuar. Con ternura y amor de madre, se entrega a la humanidad herida, testimoniando, en la selva ecuatoriana, el amor del Padre por todos sus hijos. Con paciencia materna, educa a indígenas y colonos, grupos en constante conflicto, al perdón recíproco.

Misionera: En las grandes epidemias, en particular la gravísima viruela, que no perdona a los pobres, la «doctora» se entrega incansablemente a enfermos y convalecientes. Organiza para las jóvenes, cursos para enfermeras, cursos de costura, higiene, puericultura, arte culinario, hace reuniones de preparación al matrimonio… Su principal preocupación es formar y promover a la mujer que, en la cultura Shuar, a menudo es castigada a depender de sus maridos-amos, o a las actividades más extenuantes.

Artesana de paz y reconciliación: A final de los años 60 se agravaron las tensiones entre los dos grupos étnicos por la posesión de tierras, y se reavivó el clima de hostilidad. Ella dialoga e invita a las mujeres de los colonos a sembrar bondad, justicia, fraternidad e igualdad: el poder educativo de la mujer producirá una convivencia más respetuosa y acogedora de la diversidad. Se ofrece a Dios como víctima de reconciliación entre los dos pueblos que tanto amaba: “Nadie tiene amor mayor amor que dar la vida por sus amigos” (Jn 15,3). Logró detener la naciente venganza y fue escuchada como mensajera de paz y perdón.


Es tiempo de esperanza para toda la FS, una llamada a renovarnos para continuar, con valor y alegría, el camino de santidad que Dios nos pide hoy. ¡FELIZ PASCUA!