Mónica Domingo Martínez

Una vez, paseando por una feria de productos artesanales, me acerqué a uno de los tenderetes. Me llamó la atención, porque tenía fundas para cojines.

Pero, de todos ellos, solo uno captó, concretamente, mi atención. Y, lo mejor de todo, tenía nombre Opciones:

  • El día y la noche.
  • Una rotonda.
  • Un agujero.
  • Una escalera.
  • ¿Arriba? ¿Abajo?
  • ¿Subir? ¿Bajar?
  • ¿Entrar? ¿Salir?

Nuestra vida está llena de momentos en los que tenemos que escoger ante diferentes opciones. Son tantos los momentos en que lo hacemos que, a veces, no somos ni conscientes de ello. A veces estas opciones son muy claras, y no necesitan reflexión. Las llevamos a cabo, y: suficiente. En cambio, en otros momentos, estas son mucho más complicadas y, aún y pensando qué escoger, qué decisión tomar, la opción escogida quizás no es la más adecuada.

Ante una opción, siempre es necesario discernir (qué palabra más de moda): ¿será una buena decisión?, ¿es eso lo que debo hacer? Mi respuesta: ¿responde realmente a algo que me llama?, ¿es una decisión suficientemente meditada?, ¿es una decisión egoísta?, ¿por qué doy esta respuesta y no otra?

En la fotografía aparece una escalera dentro de un agujero. Un agujero negro.

¿Cuántas veces sentimos que nos encontramos así? Ante este agujero tenemos opciones:

  • Me quedo en una actitud de observación: miro el agujero; miro la escalera; decido no moverme.
  • Quiero salir de ese agujero: lo miro; miro la escalera y decido lanzarme a la aventura; bajo por la escalera; soy valiente. Cuando llego al fondo aparece ante mí un paisaje maravilloso. ¿Me lo habría perdido?
  • Quiero salir de ese agujero: estoy en la noche más profunda; miro la escalera y decido moverme; subo por la escalera; soy valiente. Cuando llego a la superficie aparece ante mí un paisaje maravilloso. ¿Me lo habría perdido?

En la fotografía aparece una rotonda. Una rotonda con una única dirección. ¿Cuántas veces sentimos que damos vueltas por nuestra vida, dejándonos llevar? Ante esta rotonda tenemos opciones:

¿Me dejo llevar por la corriente?
¿Sigo dando vueltas y más vueltas?
Quiero tomar mis propias decisiones. Quiero salir de esa rotonda. Entonces aparecen nuevas opciones: ¿qué salida será la mejor?, ¿qué pasará si salgo por la primera salida?, ¿qué encontraré fuera?, ¿qué me pierdo si no salgo por las otras salidas? Soy valiente; pongo el intermitente, salgo. Y aparece ante mí un paisaje maravilloso. ¿Me lo habría perdido?

Es cierto, por otra parte, que en el cojín solo aparece una persona. Las opciones, en nuestra vida, suelen ser individuales. Aún así, hay momentos en que necesitamos de los nuestros para poder decidir.

Aunque en la fotografía no aparecen creo que tienen un sitio en la misma: nuestra familia, nuestros amigos podrían estar en el filo del agujero, señalizando la rotonda, aguantando la escalera…

En nuestro ser (cristiano, salesiano cooperador…) tenemos que tomar opciones. Opciones que a veces van contra corriente, pero que dan sentido a nuestra vida. Ojalá seamos capaces de tomarlas, respondiendo siempre a lo que Jesús, María Auxiliadora o Don Bosco nos pidan.

Feliz verano y un beso.

La fe que actúa por la caridad enseña interiormente sobre las cosas
que hay que hacer e inclina el afecto a actuar
(Santo Tomás de Aquino)