Diego Quesada Polo

Estamos en octubre, nuestras comunidades de salesianos cooperadores recuperan su ritmo partiendo de dos elementos esenciales: el proyecto de centro y vida personal. Ambas ayudan al crecimiento humano, cristiano, identidad salesiana y eclesial.

Teniendo como referencia estas ideas y con el deseo de ir profundizando cada mes en una de las “Bienaventuranzas del Trienio” (2022-24), desde la SER ofrecemos unas reflexiones a modo de brújula capaces de ayudarnos y ser referentes en nuestra misión creativa con los jóvenes, reforzando la identidad salesiana y revitalizando nuestras comunidades.

“Bienaventurados los hermanos y los Centros locales que encuentran momentos para estar cerca de los jóvenes y familias, porque serán testimonio del Evangelio para aquellos que nunca lo han leído”.

Poner rostro a esta Bienaventuranza es bastante fácil, basta mirar nuestros centros locales para descubrir que hay hermanos y hermanas que van rezumando alegría y santidad, engalanados con una serie de dones que han sabido acoger con humildad, acrecentar, agradecer al Señor la oportunidad de ser corresponsables en la construcción del Reino de Dios, poniéndose al servicio de la comunidad y de los jóvenes, especialmente los más vulnerables.

Detenerse, romper las rutinas, mirar a nuestro alrededor e interiorizar, nos puede servir para recapacitar, vivir y actuar al modo de Jesús siendo fieles al carisma salesiano.

Son “soñadores” que igual que Don Bosco asombrados de la belleza de Cristo, despiertan de la rutina para ser levadura en medio de los jóvenes anunciando con el testimonio de vida al único capaz de transformar y dar sentido pleno a sus vidas, “buscar y arriesgar”.

El Papa Francisco nos recordaba en la JMJ de Lisboa 2023: «hacer creíble la fe»; «estar convencido no basta, hay que convencer».

Una llamada a la encarnación y apuesta por la familia siempre que esta se presente como lugar de encuentro, dialogo, crecimiento y maduración integral del joven, donde la fe se presenta y es fuente de vida, olvidar el entorno familiar e incidir en ella, es coartad las posibilidades tener una experiencia plena del amor de Dios.

Somos «maestros en humanidad, compasión y nuevas oportunidades para el planeta», los salesianos cooperadores vivimos desde lo cotidiano nuestra vocación salesiana, en coherencia y fidelidad al Evangelio, siendo signos y testimonio de Cristo vivo en medio de los jóvenes que sale al encuentro, acompaña y desea la felicidad plena.

Para terminar te propongo un reto: «Ponte en presencia del Señor. De forma calmada recuerda a cada uno de los hermanos y hermanas de tu centro. Aparentemente ¿son felices?, destaca un valor. Ahora céntrate en ti: ¿eres feliz?, ¿dedicas tiempo a los jóvenes?, ¿te interesa la Pastoral Familiar? Ten presente en tu oración a todos los Bienaventurados que con su testimonio de vida hacen presente el Evangelio en tu entorno».

No te canses de darte y «desgastarte» por los jóvenes, cada cual verá su situación personal y fuerzas para evangelizar, el Señor te ha llamado como salesiano cooperador o salesiana cooperadora a «ser signo y portador de su amor». ¡Reinvéntate!, que la edad o enfermedad no sea un impedimento, mantén la pasión y celo por la misión, no te desconectes, intenta estar informado e informada de las acciones pastorales de tu centro, comparte tu experiencia de fe con los jóvenes, sé solidario y mantente unido en la oración.

Desde la Anunciación hasta la Cruz, María es aquella que acoge la Palabra
que se hizo carne en ella y que enmudece en el silencio de la muerte
(Benedicto XVI)