Mónica Domingo Martínez

Continuando con nuestra ronda de entrevistas a los delegados y delegadas, continuamos la rueda. Esta vez entrevistamos a Isidro Serdà i Masana, Delegado provincial de Mare de Deu de la Mercè.

¡Hola Isidre! Antes de entrar en materia, y por si hay alguien que no sabe de ti… ¿puedes presentarte con algunas pinceladas?
Nací el 30 de junio de 1946 en Manresa, Barcelona. Soy el mayor de tres hermanos. Manresa es la ciudad donde San Ignacio de Loyola se retiró un tiempo mientras esperaba ir a Tierra Santa. Allí fue donde pensó y escribió el libro de los EEEE. Actualmente, igual que existe el camino de Santiago, funciona ya el camino ignaciano de Manresa a Loyola y viceversa.

Mis padres, Joaquín y Juana, tenían una tienda y un horno de pan. Fui al colegio de los Hermanos de La Salle, hasta que a los nueve años, me llevaron interno al colegio salesiano de San Juan Bosco de Horta, en Barcelona. Allí estuve tres cursos. Cuando tenía 12 años, un salesiano misionero de la India don Ignacio Rubio nos dio una charla sobre lo que hacían los salesianos en aquel país. Este encuentro fue la chispa que despertó en mí y en otros compañeros la ilusión de poder ser un día salesiano coadjutor de oficio carpintero y misionero en la India. Lo comuniqué al director don Joaquín Sáenz y este acompañó mi ingreso al año siguiente en el aspirantado salesiano de Girona.

Estuve tres cursos. A los quince años hice el noviciado en Arbós del Penedés, Tarragona, y recién cumplidos los 16 hice mi primera profesión religiosa como clérigo salesiano el 16 de agosto de 1962. La maduración personal y el acompañamiento que recibí hizo que aquella primera ilusión que despertó en mi la charla de misionero de la India se transformara en la opción de ser salesiano sacerdote.

Mi currículum salesiano: como posnovicio, tres años de estudios de filosofía y magisterio en Sant Vicenç dels Horts y Sentmenat; trienio en el internado que los salesianos teníamos en Tremp (Lleida) y cuatro años de teología en Martí Codolar (Barcelona), donde el 11 de junio de 1972 recibí la ordenación sacerdotal.

Mi primer destino como sacerdote volvió a ser Tremp. Tres años más tarde fui destinado a Girona y al año siguiente completé mis estudios sacando la licencia en Teología Catequética en la Universidad Salesiana de Roma durante tres años. Al regresar a la Inspectoría fui destinado a la casa salesiana de Badalona donde estuve diez años. Los cuatro primeros como coordinador de pastoral y luego como director de la comunidad y de la obra.

De Badalona pasé a Sabadell, como director y luego a Ciutadella (Menorca) también como director. En el curso 2001-2002 fui destinado a Girona como vicario de la parroquia de Santa Eugenia de Ter. Pasados siete años me envían primero como vicario y luego como párroco a la parroquia de San Antonio de Padua de Sant Vicenç dels Horts. En septiembre 2013 empecé como director de comunidad y párroco en la obra de Sant Bernat de Claravall, en Ciudad Meridiana (Barcelona). Pasados seis años (2018) fui otra vez enviado a Badalona como director de comunidad, donde estoy en la actualidad.

¿Desde cuándo eres delegado de la provincia? ¿Qué supuso para ti llevar a cabo este servicio?
Hace cuatro años, inicio del curso 2019-20, el Inspector me lo propuso. Es una profundización en lo que realizaba desde siempre con los SSCC y un conocer más desde dentro su estructura y animación. Desde mi primer nombramiento como director de comunidad siempre he considerado que, junto a la atención a los hermanos de comunidad, el cuidado y acompañamiento de la FASA era una de mis prioridades. Desde que volví de Roma hasta hoy día siempre he estado en algún grupo de SSCC en las casas donde he sido destinado.

Tu misión entre los SSCC ¿tiene algún “eco”, alguna incidencia en tu comunidad, en Badalona? ¿Compartes con ella este servicio?
Plenamente. Siempre comparto e informo de este servicio a los salesianos con quienes convivo. De hecho, los cinco religiosos de la comunidad de Badalona estamos en alguno de los grupos de SSCC de la Obra y yo, además, en el Consejo Provincial, que por facilidad de cercanía y logística se reúne mensualmente en mi casa.

¿Hay alguna relación entre tu “ser consagrado en la Iglesia, en la Familia Salesiana”, y ser delegado de un grupo de la Familia Salesiana?
Es una continuidad. Es uno de los campos donde desarrollo mi servicio pastoral que a su vez refuerza y hace crecer la calidad de mi consagración religiosa y vocación salesiana.

¿Qué aspectos positivos destacarías, desde tu punto de vista como delegado, de nuestra región? ¿Qué debilidades observas?
La seriedad, el compromiso, la vivencia y profundidad cómo viven los SSCC su vocación. El sentido de pertenencia a la Asociación. La entrega y responsabilidad cómo lleva el Consejo su tarea de animación y su preocupación por todos y cada uno de los SSCC y sus Centros.

Para ir acabado: ¿qué mensaje quieres transmitir a nuestra asociación?
Resumiéndolo en una frase: Vale la pena seguir a Jesús según el estilo que nos propone el PVA.

Es fuente de felicidad y de plenitud de vida para quien se siente llamado a seguir esta vocación. Es un camino de santidad y de compromiso apostólico. Yo me siento muy feliz entre los SSCC. Me ayuda a crecer en mi vocación de salesiano consagrado y a ser cada día más fiel a Jesús siguiendo el camino que nos ha dejado Don Bosco.

Muchas gracias, Isidre.

El servicio que el sacerdote presta como ministro de parte de Dios
para perdonar los pecados exige que su corazón esté en paz
(Papa Francisco)

Sentido de pertenencia no equivale a un tipo de fusión que anule
la actividad crítico-creadora de quien la experimenta
(José Antonio García)