Borja Pérez Galnares

Llega el mes de mayo, como siempre el mes de María. Habitualmente cuando llegamos a este mes, los que escribimos en este Boletín solemos escribir las líneas que nos tocan en clave mariana. En esta ocasión, voy a intentar hacerlo bajo dos perspectivas: La de nuestro proyecto regional de este curso “Compartiendo su luz”, y la de este segundo año del trienio hacia el 150 aniversario, el año de RENOVAR, a través del PVA, nuestro compromiso de vida plena por medio del testimonio evangélico con estilo salesiano.

En este curso estamos trabajando nuestra llamada a ser luz para los demás, dejándonos primero iluminar por Jesús y su Evangelio para a partir de ese encuentro significativo que experimentemos en nuestras vidas, ser capaces de ser luz de vida para los demás. ¿Y qué papel juega aquí la figura de María?

El pasado mes de agosto, a las puertas del Congreso Internacional de María Auxiliadora celebrado en Fátima, nuestra querida Delegada Mundial Sor Lucrecia Uribe impartió una ponencia a los salesianos cooperadores de la Región Interamericana titulada “Con María Auxiliadora fortalecemos nuestra vocación”, donde aportaba algunas claves sobre cómo a través de la espiritualidad y devoción mariana podemos renovar y fortalecer nuestra identidad de salesianos cooperadores. Os comparto algunas de estas claves.

María fue para Don Bosco guía y apoyo, tal y como él mismo nos transmitió a través del relato de sus sueños. Guía que indica el camino, y apoyo que sostiene durante el mismo, siendo por tanto luz para recorrerlo.

María fue la Madre y Maestra que lo iluminó para ir dando pasos a lo largo de su proyecto de vida y misión con los jóvenes de Turín, pese a no comprender en su totalidad el camino que estaba recorriendo, pero confiándose a ese «a su tiempo lo comprenderás todo») que le dijo la Señora del sueño de los 9 años; María fue también la Maestra que lo instó a hacerse “humilde, fuerte y robusto” para poder acometer la difícil empresa que tenía encomendada. Y fue también María quien le indicó su campo de misión, los jóvenes: «He aquí tu campo, he aquí donde debes trabajar”. María fue por tanto para Don Bosco una figura iluminadora, que le hizo comprender hacia donde encaminar su misión y con qué argumentos.

Además, Don Bosco quiso que María fuese para nosotros Inmaculada y Auxiliadora, dos títulos que vienen a sintetizar el proyecto encomendado por Dios a Don Bosco a través de todos nosotros: La salvación de los jóvenes (Da mihi animas) a través de su educación integral.

La presencia de María en nuestras vidas dentro de estas claves debe ser un elemento dinamizador y renovador de nuestra identidad salesiana. Una identidad de “salesianos en el mundo” que nos conecta con nuestra fragilidad, que nos lleva a invocar su ayuda y fuerza para obtener la salvación y la de los jóvenes. Cultivemos esta devoción filial a María Inmaculada y Auxiliadora para que inspire nuestra caridad apostólica y pastoral y sostenga nuestro compromiso (cf. PVA/E, Art.15).

Os invito a que, como decimos al emitir nuestra promesa apostólica, nos pongamos en sus manos para que “María Auxiliadora, Madre de la Iglesia nos acompañe y guíe en este camino de vida”.

La lectura es siempre una colaboración
(José Ortega y Gasset)