María José Barroso
La Pascua es la fiesta principal de la fe cristiana, ya que celebra la resurrección de Jesucristo y su victoria sobre la muerte..
A lo largo de los siglos, a través de los distintos pueblos y culturas, la Pascua recoge cada año las penas y las alegrías de la humanidad; las ilumina con la luz del Señor Jesús, muerto y resucitado, indicando y haciendo posible el fundamento de la esperanza, para reconstruir las ruinas y edificar el futuro sobre el fundamento de la Palabra de Dios y de su Espíritu.
Este año estamos viviendo la Pascua del Señor en un contexto marcado por la guerra, el dolor y el drama, pero es el momento de «no rendirse y esperar».
Parafraseando a nuestro Rector Mayor, la verdadera resurrección de Jesús es la que entra en la vida de las personas y las transforma.
Como en la Pascua de Jesús, partimos de una situación difícil y universal. En contacto con Él, nos dejamos transformar, para no cerrar los ojos a la crisis que nos afecta y emprender el camino hacia el futuro. No cerramos nuestros corazones a los difuntos, víctimas del virus y de otras enfermedades y crisis; los confiamos a las manos del Señor, que es más poderoso que la muerte y que también da esperanza a quienes lloran su pérdida y los echan de menos.
No damos la espalda a los afectados por la crisis sanitaria y económica, afectiva y religiosa, y afrontamos el futuro con gran preocupación y menos esperanza. El pan que recibimos y ganamos, el amor que nos une y nos da fuerza, debe ser compartido. La fe que profesamos y celebramos ha de ser anunciada y compartida, para que nadie quede excluido del difícil pero digno camino de la reconstrucción personal, de la familia, del trabajo digno, de los afectos, de la presencia viva y transformadora de Dios.
Queridos Salesianos Cooperadores: Somos hombres y mujeres de fe, no nos desanimemos en estos tiempos difíciles. ¡Dios está vivo! Dios cuenta con nosotros. Dentro de nosotros también hay vida. Un gesto, una palabra, un sueño, una voluntad, una actitud pueden ayudar a nuestro hermano que sufre, a nuestra comunidad que vive momentos de debilidad cristiana, a nuestra familia. Esto es resurrección, esto es Pascua. No olvidemos nuestra identidad, nuestra misión y nuestro sentido de pertenencia (cf artículo 2 PVA/E).
En medio de la sociedad y del mundo en que vivimos, estamos llamados a tener esta experiencia de renovación en el Amor que nos lleva al encuentro del otro.
¡Santa Pascua de la Resurrección para todos!
La acción heroica no solo tiene un valor de utilidad;
posee, sobre todo, un valor trascendente de ejemplo
(Gustavo Thibon)