Lourdes Rojo Pol
La primera vocación de un cristiano es ser luz para el prójimo, pero no luz como sabedores de la verdad “absoluta” o como contenedores de la verdad sino…
La luz alumbra, nos deja ver lo que tenemos delante, lo que tenemos detrás nos permite elegir en el camino por donde ir. La luz nos muestra el rostro del otro pues al iluminarlo podemos verlo. La luz, dependiendo de donde surja, tiene unos u otros efectos, ejemplo: la luz del sol hace brotar y madurar la fruta, las flores, las semillas de la tierra. La luz alegra el alma, los días luminosos nos generan optimismo, energía, ganas de hacer cosas, de crear. Todos necesitamos de luz; es algo vital.
Ser luz para los otros es siempre potenciar a la persona. Ser luz para otros es escuchar sin juzgar generando esa intimidad sanadora de quién necesita abrirse para curarse. Ser luz es despertar y provocar sonrisas en los demás. Ser luz para los otros es llorar y dar calor en los momentos más difíciles. Ser luz para otros es aguantar cuando el otro está sufriendo por algo que le lleva a increpar, dañar y generar oscuridad; estar ahí dejando que el chaparrón caiga para luego recoger los pedazos y ser luz.
Todos estamos llamados a iluminar, a ser luz, no de una forma artificial sino de una forma profunda, desde la entraña. Todos los cristianos tenemos un manual, el evangelio, y tenemos que ser luz para los otros. Es nuestra primera vocación, la que debemos enseñar a nuestros niños y la que deben ver los demás.
Ser luz comprometida, aunque en ello nos vaya la vida, que anuncia y denuncia, que no tiene miedo a las consecuencias porque le sale de lo profundo, de esa luz que emana.
En el Aguinaldo del rector mayor 2021, se nos invita a ser conscientes de ser luz para los demás, que seamos reflejo y luz en este mundo que tanto necesita en los últimos tiempos. Ser luz para generar esperanza, alegría y futuro. Ser luz para hacer nuevas todas las cosas.
Hermanos, es en estos momentos, donde la distancia, el miedo, la incertidumbre, la inseguridad han anidado en tantos corazones (incluso en hermanos muy cercanos), es el momento donde más debemos ser luz. Es nuestra vocación, lo que estamos llamados a ser, es la llamada que hace Dios a todos, especialmente a los cristianos.
Que Dios os bendiga, cuidaos y sed luz.
Frente al miedo, el único fármaco posible se llama audacia,
que no debe confundirse jamás con la temeridad
(Frances Torralba)