Cristóbal Marín Martínez e Irene Blaya Huertas

Queridos hermanos en Don Bosco:

Bienvenidos. Feliz comienzo de curso. Analizamos por qué un matrimonio sacramental no es una simple “pareja» natural.

La palabra “pareja” engloba una diversidad de uniones de personas que hacen vida en común, sin tener en cuenta la distinción que existe entre ellas.

El término “pareja” es algo peyorativo y no define a un matrimonio, porque en virtud del sacramento, es mucho más.

Cuando salga el artículo, gracias a Dios, habremos celebrado que hace cuarenta y cinco años, Dios nos juntó y decidimos unirnos ante Él, en el altar. Ahí, dejamos de ser la “pareja” (de novios) que éramos (para ser esposos) cada uno del otro.

Si nos preguntamos, ¿por qué las palabras tienen una fuerza tan grande, como para ser auténticas armas en el debate social? La respuesta es: “la Palabra es creadora”

La Palabra, con mayúscula, es creadora, porque “por la Palabra se hizo todo y sin ella no se hizo nada de cuanto se ha hecho” (Jn 1,3), y también la palabra, con minúscula, es creadora, pues el hombre puede crear, construir, fabricar, inventar, etc. La palabra humana es creadora, porque creadora es la Palabra divina, y el hombre está creado a imagen y semejanza de Dios.

Los seres humanos nacemos para el bien y libres, cuando elegimos el mal lo hacemos bajo la apariencia de bien. La mente humana se estructura en esa predisposición y la persona que persiste en el mal, debe redefinir la realidad, de tal modo que abajo sea arriba y el mal sea bueno.

Volvemos al término “pareja” con el que hemos iniciado. El Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, recoge once acepciones. Dos para el adjetivo parejo/a y nueve sustantivos.

La tercera acepción: “conjunto de dos personas, animales o cosas que tienen entre sí alguna correlación o semejanza, y especialmente el formado por hombre y mujer”. Concepto amplio, sinónimo de par, dúo, yunta. ¿No es muy pobre la definición comparada con el matrimonio sacramental, unión ante Dios, con el sí de los esposos?

Al dejarnos llamar “pareja” en el matrimonio, aceptamos ser del grupo de animales o cosas. ¿No es una degradación que se nos agrupe con los animales o las cosas?

La cuarta acepción: “cada una de las personas, animales o cosas que forman una pareja, considerada en relación con la otra”. Está claro con la explicación anterior y el ejemplo: “he perdido la pareja de este guante”.

La quinta: “persona que acompaña a otra en una actividad”. Ejemplo que ilustra todo: “Juan es mi pareja de mus”. Un simple compañero.

En la sexta: “persona con la que se tiene una relación sentimental estable”. Es una definición ambigua que no aclara mucho respecto al matrimonio. Todo cabe.

Vayamos a séptima: “pareja formada por dos números de la Guardia Civil”. Con respeto a este Cuerpo, ¿qué similitud tiene con el matrimonio?

Analizando las acepciones, sirven más para diferenciar a un matrimonio que a entenderlo. Una relación está en que la “pareja” hombre-mujer, ponen los cimientos de lo que será un matrimonio.

Quien quiera hacer una conquista social, se apoyará en la fuerza de las palabras, apropiándose de ellas y cargándoles el significado que pretenda.

Hemos analizado una palabra y su significado poco inocente. ¿Cuántas más hay?

Señor, que en la alegría te alaben, y en la tristeza te busquen;
que en el trabajo encuentren el gozo de tu presencia, y en la necesidad sientan cercano tu consuelo
(Bendición nupcial)