Borja Pérez Galnares
Llegamos ya al último mes de este año 2024, antes de llegar al 2025 que será a nivel de Iglesia año Jubileo bajo el lema “Peregrinos de la Esperanza”. Y el último mes del año, como siempre, discurre por tiempo de Adviento que es siempre tiempo de esperanza.
El Adviento está relacionado de una forma muy especial con la esperanza. La esperanza como virtud que sostiene al alma y a las personas. La vida es un camino donde no suelen faltar errores, fragilidades, desánimos, caídas, incomprensiones, que tienen siempre su origen en la falta de esperanza y en ocasiones en la carencia de perspectivas de futuro, lo que en no pocas ocasiones impide mirar hacia el futuro y mirar hacia Dios. En los tiempos actuales, tan complejos, donde prima la inmediatez y el individualismo, la falta de esperanza en el futuro es una de las realidades que debemos afrontar, sobre todo cuando son los más jóvenes los que viven esta situación.
En tiempos de Adviento os propongo mirar dos dimensiones de la esperanza. En primer lugar, la esperanza como elemento dinamizador que nos empuja hacia adelante en tiempos de oscuridad y dificultad; en segundo lugar, la esperanza como elemento de conversión, que produce un efecto correctivo y transformador en la persona. La esperanza nos anima a seguir hacia delante de forma renovada. No basta con renovarnos si esa renovación no nos ayuda a caminar hacia adelante; nos basta con ese impulso hacia adelante si éste no nos ha hecho mejores.
En nuestro Proyecto Anual 2024-25 la esperanza es un elemento de referencia, tal y como ponemos de manifiesto en su Introducción: “Y en este año del Jubileo de la Esperanza, proponemos esta llamada a ser luz con una mirada positiva sobre el mundo que nos toca vivir, iluminar, reconfortar y transformar”. No se puede ser luz para los demás sin ser esperanza, sin una visión optimista sobre el mundo, sobre la vida, sobre las personas. Algunas de las fuentes que citamos y desarrollamos en este mismo proyecto son el Aguinaldo que el Rector Mayor nos regaló en el año 2021 (“Nos mueve la esperanza”) y el propio Jubileo de la Esperanza del año 2025, como evento eclesial en el que pronto estaremos plenamente inmersos.
Por otro lado, este segundo año del trienio hacia el 150 aniversario de la Asociación también nos habla de renovar desde la esperanza, tal y como igualmente invitamos en nuestro Proyecto 2024-25: “Dejémonos renovar continuamente por la novedad del Evangelio y de nuestro PVA, libro de vida, para que seamos luz y testimonio de esa novedad. Ser odre nuevo nos habla de salir de nuestros viejos esquemas, mirando el mundo de hoy y sobre todo el de mañana con optimismo y esperanza, siendo capaces de dar nuevas respuestas en contextos diferentes a los que siempre hemos conocido”.
Aprendamos, entonces, a vivir en este tiempo de Adviento con la mirada dirigida hacia Jesús, y pidámosle que nos permita encontrarlo y recibirlo, y que nos renueve y haga mejores para mirar al futuro con optimismo, como dice el Salmo 26: «El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién voy a tenerle miedo? El Señor es la defensa de mi vida, ¿quién podrá hacerme temblar?”.
Gente sana necesita una infancia feliz
(Astrid Lindgren)