Luis Fernando Álvarez

Queridas amigas y queridos amigos:

A pesar de mi querencia natural a hacer mutis por el foro y sin hacer ruido, con estas palabras del Boletín de julio-agosto de 2020 me despido de vosotros. Lo hago lleno de gratitud al Padre Dios por todo lo que me ha dado en estos 8 años vividos con los Salesianos Cooperadores. Y enormemente agradecido por la cercanía, el afecto y el testimonio de vida que me habéis dado. Han sido personas, experiencias, acontecimientos y años que no olvidaré.

El Rector Mayor, como ya sabéis, ha renovado el Secretariado para la Familia Salesiana. Permanecen Don Joan Lluis Playà y Don Pierluigi Cameroni. Se incorporan Sor Lucrecia Uribe, el Sr. Duc Nam Nguyen, y Don Alejandro Guevara. Y se despiden Don Eusebio Muñoz, Sor Leslye Sándigo, Don Giuseppe Casti y Don Raphael Jayapalan. Además en la Región Ibérica recibimos al nuevo Delegado regional D. Eusebio Martínez. A todos nuestro afectuoso agradecimiento y nuestra oración.

Pensando precisamente en ellos os traigo una oración que San Pablo VI compuso para los párrocos. Inspira el título y el contenido de esta última reflexión para la ASSCC. La oración reza así: «Gracias, Señor, por habernos dado un hombre, no un ángel, como pastor de nuestras almas; ilumínalo con tu luz, asístelo con tu gracia, apóyalo con tu fuerza. Haz que el fracaso no lo desanime y el éxito no lo haga soberbio. Haznos dóciles a su voz. Haz que sea, para nosotros, amigo, maestro, médico, padre. Dale ideas claras, concretas, posibles; para él la fuerza de actuar, para nosotros la generosidad en la colaboración. Haz que nos guíe con amor, con el ejemplo, con la palabra, con las obras. Haz que, en él, te veamos, te amemos y te estimemos. Que no se pierda ninguna de las almas que le has confiado. Sálvanos junto con él» (San Pablo VI).

La oración en su conjunto, salvo la frase “para él la fuerza de actuar, para nosotros la generosidad en la colaboración”, sintetiza muy bien cómo debe ser la relación entre los delegados y delegadas y los Salesianos Cooperadores. Hay tres pensamientos que quiero destacar:

  1. Damos gracias a Dios porque las delegadas y los delegados son mujeres y hombres; seres humanos, no ángeles. Son frágiles y tienen defectos y pecados. Pero el Señor nos los da como un regalo, son su mediación, para hacernos juntos santos.
  2. La trasmisión del espíritu y el carisma salesianos y la animación vocacional no es cuestión de muchas palabras y reuniones sino de amor y de testimonio de vida. En efecto, «toda vocación implica una llamada a ser antes que a hacer».