Isabel Pérez Sanz

La vida humana es un viaje más o menos largo, del cual no sabes la duración, ni los tramos que va a tener, ni las personas que te acompañarán. No sabemos, siquiera cuál será la parada final. Pero tan importante como la meta es el camino… Y sí, tengo una certeza: “que el Dios de la vida nos acompaña en todo su recorrido”.

Y en este vivir, tenemos el compromiso de construir una sociedad más justa y en paz, donde el ser “levadura” transforme la sociedad, al menos la más cercana. Señalo la importancia de:

Ser personas de “ojos abiertos” al mundo que nos rodea, que no pasemos de largo, sino que nos impliquemos, como hizo el Samaritano.
Personas atentas a los problemas que vemos y buscando soluciones que respondan a los más vulnerables.

En este inicio de curso, el Plan LLAMA-2, en su gran riqueza de contenido, nos invita a responder a lo que dice el Papa Francisco “es hora de que todos nos comprometamos con la sanación de nuestra sociedad y nuestro planeta, creando las bases para un mundo más justo y pacífico, que se involucre con seriedad en la búsqueda de un bien que sea verdaderamente común.” (Jornada Mundial de la paz 2023)

Escuchando este verano a algunos hermanos SSCC, me interpelaba y valoraba el gesto de aquellos que se sienten llamados a implicarse desde las estructuras sociales y políticas. “Se hacen presentes, según su propia capacidad y posibilidades, en las estructuras culturales, sindicales, sociológicas para el logro y el desarrollo del bien común. Actúan de acuerdo con las exigencias evangélicas de libertad y de justicia por el respeto de los derechos humanos y, por consiguiente, para sanear y renovar las mentalidades y las costumbres, las leyes y las estructuras de los lugares en los que viven” (artículo 2.4 PVA/R).

Sigue diciendo Francisco: “estamos llamados a afrontar los retos de nuestro mundo con responsabilidad y compasión. Debemos retomar la cuestión de garantizar la sanidad pública para todos; promover acciones de paz para poner fin a los conflictos y guerras que siguen generando víctimas y pobreza; cuidar de forma conjunta nuestra casa común y aplicar medidas claras y eficaces para hacer frente al cambio climático; luchar contra el virus de la desigualdad y garantizar la alimentación y un trabajo digno para todos… El escándalo de los pueblos hambrientos nos duele. Hemos de desarrollar, con políticas adecuadas, la acogida y la integración, especialmente de los migrantes y de los que viven como descartados en nuestras sociedades. Sólo invirtiendo en estas situaciones, con un deseo altruista inspirado por el amor infinito y misericordioso de Dios, podremos construir un mundo nuevo y ayudar a edificar el Reino de Dios, que es un Reino de amor, de justicia y de paz”. (Jornada Mundial de la paz 2023)

¿Se puede decir algo más y mejor? Deseando que caminemos en estas líneas. Un abrazo.
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