don Fabio Attard

Queridos hermanos:
Llegamos al final de esta experiencia del XXIX Capítulo General con el corazón lleno de alegría y gratitud por todo lo que hemos podido vivir, compartir y proyectar. El don de la presencia del Espíritu de Dios que cada día suplicamos en la oración matutina, así como también durante los trabajos a través de la conversación en el Espíritu, ha sido la fuerza central de la experiencia del Capítulo General. El protagonismo del Espíritu lo hemos buscado y nos ha sido dado abundantemente. (…)

Llegamos al final de este Capítulo General con la aprobación de un Documento Final que nos servirá como mapa de navegación para los próximos seis años – 2025-2031.

El valor de tal Documento Final lo veremos y lo sentiremos en la medida que la misma dedicación en la escucha, la misma solicitud de dejarnos acompañar por el Espíritu Santo que han marcado estas semanas logramos mantenerlas después de la conclusión de esta experiencia de pentecostés salesiana. (…)

La manera como hemos identificado y luego interpretado los desafíos que la Congregación está decidida a afrontar ha puesto de manifiesto ese clima salesiano típico nuestro, espíritu de familia, que no quiere evitar los desafíos, que no intenta uniformizar el pensamiento, sino que hace todo lo posible para llegar a ese espíritu de comunión donde cada uno de nosotros pueda reconocer el camino para ser Don Bosco hoy.

El punto central de los desafíos identificados tiene que ver con la «referencia a la centralidad de Dios (como Trinidad) y de Jesucristo como Señor de nuestra vida, sin olvidar nunca a los jóvenes y nuestro compromiso con ellos» (ACG 441). El desarrollo de los trabajos del Capítulo General testimonia no solo el hecho de que tenemos la capacidad de identificar los desafíos, sino también de que hemos encontrado el modo de hacer surgir esa concordia y unidad, reconociendo y valorando el hecho de que nos encontramos en diferentes continentes y contextos, culturas e idiomas. Además, este clima confirma que cuando nosotros hoy miramos la realidad con los ojos y el corazón de Don Bosco, cuando somos realmente apasionados de Cristo y dedicados a los jóvenes, entonces descubrimos que la diversidad se convierte en riqueza, que caminar juntos es hermoso aunque fatigoso, que juntos podemos afrontar los desafíos.

En un mundo fragmentado por guerras, conflictos e ideologías despersonalizantes, en un mundo marcado por pensamientos y modelos económicos y políticos que quitan protagonismo a los jóvenes, nuestra presencia es un signo, un «sacramento» de esperanza. Los jóvenes, sin distinción de color de piel, de religión o de origen étnico, nos piden que promovamos propuestas y lugares de esperanza. Son hijas e hijos de Dios que esperan de nosotros que seamos siervos humildes.

Un segundo punto que ha sido confirmado y reafirmado por este Capítulo General es la convicción compartida de que «si en nuestra Congregación faltaran la fidelidad y la profecía, seríamos como la luz que no brilla y la sal que no da sabor» (ACG 441). La cuestión aquí no es tanto si queremos ser más auténticos o menos, sino el hecho mismo de que este es el único camino que tenemos y es el que en estas semanas ha sido fuertemente reafirmado: ¡crecer en autenticidad! (…)

Tener valor significa no dejar que el miedo tenga la última palabra. La parábola de los talentos nos lo enseña claramente. A nosotros el Señor nos ha dado un solo talento: el carisma salesiano, concentrado en el Sistema Preventivo. Cada uno de nosotros será preguntado sobre qué hemos hecho con este talento. Juntos, estamos llamados a hacerlo fructificar en contextos desafiantes, nuevos e inéditos. No tenemos ninguna razón para enterrarlo. Tenemos muchas motivaciones, muchos gritos de los jóvenes que nos empujan a «salir» a sembrar esperanza. Este paso valiente, lleno de convicción ya lo ha vivido Don Bosco en su tiempo y que hoy nos pide que lo vivamos como él y con él.

Quisiera comentar algunos puntos que ya se encuentran en el Documento Final y que creo que pueden servir como flechas que nos animan en el camino de los próximos seis años.

1. Conversión personal
(…) El tema de la conversión personal es ese espacio donde este camino de la Congregación encuentra su confirmación y su ulterior impulso. La conversión personal no es un asunto intimista, autorreflexivo. No se trata de una llamada que solo me toca a mí de manera desapegada de todo y de todos. La conversión personal es esa experiencia singular de donde luego saldrá y emergerá una renovada pastoral.

El camino de la Congregación lo podemos constatar porque encuentra en el corazón de cada uno de nosotros su punto de partida. Desde aquí podemos observar esa continua y convencida renovación pastoral. El papa Francisco condensa esta urgencia en una frase: la intimidad de la Iglesia con Jesús es una intimidad itinerante, y la comunión «se configura esencialmente como comunión misionera» (EG 23).

Esto nos lleva a descubrir que cuando estamos insistiendo en la conversión personal debemos tener cuidado de no caer, por un lado, en una interpretación intimista de la experiencia espiritual y por otro lado no subestimar lo que es el fundamento de todo camino pastoral.

En esta llamada de renovada pasión por Jesús, invito a cada salesiano y a cada comunidad a tomar en serio las opciones y los compromisos concretos que como Capítulo General hemos considerado urgentes para un testimonio educativo pastoral más auténtico. Creemos que no podemos crecer pastoralmente sin esa actitud de escucha a la Palabra de Dios.

Reconocemos que los diversos compromisos pastorales que tenemos, las necesidades cada vez mayores que se nos presentan y que testimonian una pobreza que no cesa nunca, corren el riesgo de quitarnos el tiempo necesario para «estar con Él». Este desafío ya lo encontramos desde el inicio de nuestra Congregación. Se trata de tener claras las prioridades que fortalecen nuestra columna vertebral, espiritual y carismática, que da alma y credibilidad a nuestra misión.

Don Alberto Caviglia, cuando comenta el tema de la «Espiritualidad Salesiana» en sus Conferencias sobre el Espíritu Salesiano escribe: La mayor maravilla que han tenido los que estudiaron a Don Bosco para el proceso de canonización… fue el descubrimiento de la increíble obra de construcción del hombre interior. El Card. Salomi (…) refiriéndose a los estudios que iba haciendo, decía al S. Padre que «en el estudio de los voluminosos procesos de Turín, más que la grandeza exterior de su colosal obra, le ha impresionado la vida interior del espíritu, de la cual nació y se alimentó todo el prodigioso apostolado del Ven. Don Bosco».

Muchos conocen solamente la obra exterior que parece tan ruidosa, pero ignoran en gran parte aquel edificio sabio, sublime de perfección cristiana que él había erigido pacientemente en su alma con ejercitarse cada día, cada hora en la virtud propia de su estado.

Queridos hermanos, aquí tenemos a nuestro Don Bosco. Es este Don Bosco que hoy estamos llamados a descubrir: Lo estudiamos e imitamos, admirando en él una espléndida armonía entre naturaleza y de gracia. Profundamente humano y rico en las virtudes de su pueblo, estaba abierto a las realidades terrenas; profundamente hombre de Dios y lleno de los dones del Espíritu Santo, vivía «como si viera al Invisible». Ambos aspectos se fusionaron en un proyecto de vida fuertemente unitario: el servicio a los jóvenes. Lo realizó con firmeza y constancia, entre obstáculos y fatigas, con la sensibilidad de un corazón generoso. «No dio paso, ni pronunció palabra, ni acometió empresa que no tuviera por objeto la salvación de la juventud… Lo único que realmente le interesó fueron las almas» (C 21).

Me gusta recordar aquí una invitación de la Madre Teresa a sus hermanas pocos años antes de morir. Su dedicación y la de sus hermanas a los pobres es conocida por todos. Pero nos hace bien escuchar estas palabras escritas a sus hermanas: “Hasta que no puedas oír a Jesús en el silencio de tu corazón, no podrás oírle decir «tengo sed» en el corazón de los pobres. Nunca renuncies a este contacto íntimo y diario con Jesús como persona viva y real, no solo como idea”.

Solo escuchando en lo profundo del corazón a quien nos llama a seguirlo, Jesucristo, podemos realmente escuchar con un corazón auténtico a aquellos que nos llaman a servirles. Si la motivación radical de nuestro ser siervos no encuentra sus raíces en la persona de Cristo, la alternativa es que nuestras motivaciones sean alimentadas por el terreno de nuestro ego. Y la consecuencia es que luego nuestra propia acción pastoral termina por inflar el mismo ego. La urgencia de recuperar el espacio místico, el terreno sagrado del encuentro con Dios, un terreno en el que debemos quitarnos las sandalias de nuestras certezas y de nuestras maneras de interpretar la realidad con sus desafíos en estas semanas, ha sido reafirmado varias veces y de diversas maneras.

Queridos hermanos, aquí tenemos el primer paso. Aquí probamos si queremos ser hijos auténticos de Don Bosco. Aquí probamos si realmente amamos e imitamos a Don Bosco.

En este enlace puede descargarse el texto íntegro

Ser es percibir y ser percibido
(George Berkeley)

Es propio de los necios ver los defectos ajenos y olvidarse de los suyos
(Cicerón)

Es difícil para los que son felices apreciar justamente la desgracia
(Quintiliano)