Inmaculada Garzón Arboledas

Este mes entrevistamos Ester Díaz, salesiana cooperadora del centro de las Palmas S.C. Barranquillo.

Hola Ester, ¿qué podemos en un primer momento saber de ti? ¿(ciudad de nacimiento, familia, estudios, datos personales que te parezcan interesantes de contar)
Hola. Tengo 27 años y soy natural de la isla de Gran Canaria. Pertenezco al centro local Sagrado Corazón-Barranquillo y ahora mismo soy la más joven de la casa.

Soy hija única de padres cooperadores, pero a pesar de no tener hermanos, formo parte de una familia grande, especialmente por parte de madre, puesto que ella es la menor de ocho hermanos. Tengo 17 primos, muchos de los cuales tienen hijos y lo mejor de todo es que, afortunadamente, estamos muy unidos. Lo mismo con mi familia paterna, que es de la isla de El Hierro, a la que suelo ir en períodos de vacaciones para disfrutarlos. Desde hace seis años ejerzo como maestra de inglés en la escuela pública y es un trabajo completamente vocacional.

¿Desde cuándo eres salesiana cooperadora y por qué?
Soy salesiana cooperadora desde el 25 de noviembre de 2017, fecha en que hice mi promesa con otros dos aspirantes y ha sido principalmente el testimonio de mis padres el que me ha motivado a serlo.

En primer lugar tengo que decir que no soy antigua alumna salesiana. Estudié en la escuela pública, no porque no quisiera estar en el colegio salesiano, que de hecho siempre he considerado como mi segunda casa; sino porque no me agradaba la idea de estar en el mismo centro que mis padres, ni que sus compañeros me dieran clase. Creía que era importante que cada uno tuviese su espacio y que las notas que obtuviese, fueran buenas o malas, se achacaran a mis logros o fracasos y no a que el hecho de estudiar en el mismo colegio que mis padres tuviera algo que ver.

En cualquier caso, sí acudía al colegio salesiano por la tarde para realizar actividades extraescolares y la verdad es que siempre me he sentido parte de la Familia Salesiana, siendo mis padres, nuevamente, los principales responsables de que yo tenga este sentir. Ellos me fueron acercando desde pequeñita a la figura de Jesús y me enseñaron valores desde el sistema preventivo de Don Bosco, aunque yo no supiera lo que era eso todavía. También me han acompañado en los momentos importantes de mi vida, tanto académicos, como espirituales, cuando he recibido los sacramentos de bautismo, comunión y confirmación. Y me han hecho a mí partícipe de los suyos, como cuando celebraron sus bodas de plata en la capilla del colegio o cuando hicieron su promesa como Salesianos Cooperadores.

He de confesar que al principio no sabía muy bien de qué iba eso de ser Salesiano Cooperador, pero veía a mis padres inmensamente felices. Con el paso del tiempo y a medida que fui adquiriendo una mayor madurez, compartieron su experiencia conmigo y me invitaron a formar parte del grupo de aspirantes, siendo Agustín Cedrés y mi padre, José Juan, mis formadores. Mis padres han sido, son y serán siempre un gran referente en mi vida y yo quería y quiero continuar sus pasos en el camino de la fe. Eso fue principalmente lo que me hizo dar el salto y hacer mi promesa como salesiana cooperadora.

¿Qué alegrías te ha proporcionado tu vocación salesiana?
Mi vocación salesiana ha hecho que confirme aún más que formo parte de una gran familia y que mis decisiones y acciones adquieran un sentir, puesto que la vocación salesiana es un estilo de vida.

Como maestra de un colegio aconfesional, no puedo compartir experiencias de fe con nadie. Sin embargo, intento educar a mis alumnos, sin decirlo, desde los valores salesianos, asumiéndolo como una misión pastoral, y en alguna ocasión familias de alumnos han dicho que ven en mí un cierto carisma.

¿Qué crees que necesitan hoy en día los jóvenes de nosotros?
En mi opinión los jóvenes no necesitan nada de nosotros, sino que nos necesitan a nosotros. Necesitan acompañamiento, nuestro testimonio para que les sirva de referencia y, sobretodo, ser escuchados, pudiendo expresar libremente sus preocupaciones, sueños y deseos sin ningún tipo de prejuicio. Para ello, nosotros debemos formarnos, con el fin de ofrecerles una buena respuesta.

Actualmente vivimos en un mundo muy acelerado en el que hay poco tiempo para el diálogo. Además de las muchas familias desestructuradas que existen hoy en día, hay una crisis importante en el plano laboral, lo que hace que los padres dispongan de poco tiempo para hablar con sus hijos. Los que no tienen trabajo dedican su tiempo y esfuerzo a encontrar uno, y los que ya lo tienen están exprimidos y hacen todo lo posible por conservarlo. Por otro lado, nuestra sociedad está cambiando a un ritmo estrepitoso motivado en gran parte por las nuevas tecnologías, que aunque han supuesto muchas ventajas en algunos aspectos, también están generando una serie de inconvenientes, que lo único que hacen es confundir a nuestros jóvenes, haciéndoles creer que para tener amigos deben ser populares y que para ello deben afrontar unos retos y conseguir muchos «likes».

¿Qué es lo que más te gusta de la Asociación? ¿Hacia dónde crees que debería crecer?
Lo que más me gusta de la Asociación es el ambiente de familia que se respira. Da igual a qué sitio vayas, pero desde que pisas una casa salesiana enseguida te sientes como en tu propia casa, acogido por el manto de María Auxiliadora. Lo mismo ocurre con las personas que la conforman. Creo que a muchos nos ha ocurrido que hemos participado en algún encuentro en el que hemos conocido por primera vez a otro salesiano cooperador con el que nunca antes nos habíamos cruzado y, desde el primer momento en que nos presentamos y entablamos conversación; notamos una conexión especial como si nos conociéramos de toda la vida.

No tengo duda de que todas las personas que forman parte de la Asociación tienen un carisma especial que se contagia. Respecto a la segunda pregunta que me plantean, creo que la Asociación debe promover más la animación vocacional de cada uno de los centros locales, es decir, que si detecta que en algunas de sus casas hay un alto porcentaje de hermanos y hermanas mayores que dejan de asistir o que haya hermanos o hermanas alejados o alejadas y esto merme el número de personas que se reúne; se les anime a unirse a otro centro local para evitar el desánimo, favorecer el enriquecimiento y reavivar el sentido de pertenencia.

¿Desarrollas alguna pastoral, tienes algún proyecto en el horizonte?
Hasta hace dos años era animadora del Centro Juvenil de la casa, lo cual era algo que me llenaba completamente. Sin embargo, estos dos últimos años me he visto obligada a paralizar mi acción pastoral por mi trabajo y mis estudios. El curso pasado estudiaba por las tardes a través de la Escuela Oficial de Idiomas Online para obtener mi certificación de nivel de inglés y en el curso actual he estado estudiando para las oposiciones, con lo que he estado bastante ajetreada.

El próximo curso me gustaría retomar la acción pastoral y me encantaría hacerlo a través del teatro, lo cual es algo que me apasiona. Hace ya unos años existía en nuestra casa un grupo de teatro del que yo formaba parte y fue precisamente el teatro la vía por la que empecé a tomar más contacto con la familia salesiana. Como en el grupo había animadores del Centro Juvenil, éstos me invitaron junto con el querido Diego Montilla a formar parte del Centro Juvenil. De ahí empecé a acudir a las reuniones de SALTERRAE y luego a las reuniones de aspirantes. Creo que el teatro tiene el poder de llegar a los corazones y de atraer a los jóvenes, permitiéndoles conocerse a sí mismos. También es una buena herramienta para dar a conocer a Don Bosco, el cual era también un amante del teatro.

Muchas gracias Ester por compartir este poquito de ti con nosotros. Nos ha encantado conocerte. Un abrazo.

La vida es un 10% lo que te sucede y un 90% cómo reaccionas
(Charles R. Swindoll)

Un pensamiento original vale más que mil citad sin sentido
(Diógenes)

La verdadera medida de un hombre es cómo trata a alguien
que no puede hacer nada bueno por él
(Samuel Johnson)