Borja Pérez Galnares

Nos encontramos ya plenamente inmersos en el tiempo pascual. La Pascua es un tiempo que nos debe interpelar de forma especial. El propio Proyecto de Vida Apostólica nos da algunas claves: Los salesianos cooperadores “educan a los jóvenes a encontrar en la fe y en los Sacramentos, a Cristo resucitado, para descubrir en Él el sentido de la vida para crecer como hombres y mujeres nuevos” (art. 9.3 PVA/E).

Una de las cosas que caracteriza a la Pascua es la llegada de la novedad, de lo nuevo. En la Pascua, Cristo es lo nuevo, que sale de un sepulcro para transformar la humanidad en un pueblo renovado. En la propia celebración de la Vigilia Pascual se comienza la Liturgia de la Palabra con la Creación, el hombre viejo, para acabarla con la Resurrección, el hombre nuevo que viene a hacer nuevas todas las cosas.

¿Cómo podemos ser hombres y mujeres nuevos? ¿Cómo podemos los salesianos cooperadores ayudar a los jóvenes, a las familias, a la gente de nuestro entorno, a descubrir la novedad de Cristo resucitado en sus vidas?

Como salesianos cooperadores en tiempo pascual, os invito a ser hombres y mujeres nuevos de luz, de esperanza y de comunión.

Seamos, en primer lugar, hombres nuevos de luz. Igual que en la Vigilia encendemos nuestras velas con la luz nueva del cirio pascual, en nuestra vida estamos llamados a ser luz para los demás, iluminando a la gente de nuestro entorno en sus momentos de dudas y oscuridad, y como dice San Pablo, obrando desde la bondad, la justicia y la verdad, ya que son el fruto de la luz. Como salesianos cooperadores, ser hombres y mujeres de luz es vivir desde la fe los acontecimientos y vivencias que abordamos en nuestro día a día, sin esconder la luz encendida, si no poniéndonos en camino, para que esa luz brille entre los demás y entre las sombras que encontramos en nuestro caminar por la vida.

Seamos, en segundo lugar, hombres nuevos de esperanza. Por medio de su Resurrección, Cristo transforma los ánimos tristes y abatidos de sus seguidores. Don Bosco fue un claro testigo de la esperanza pascual entre los jóvenes (como dice la canción, “en tiempos desencanto nos enseñaste a esperar”). Es la certeza de que Cristo siempre vuelve lo que nos debe animar a caminar sin desaliento en nuestros propósitos y objetivos cotidianos, en nuestro día a día, en nuestra vida asociativa, en nuestros apostolados. Porque la esperanza es compromiso, es creatividad, es no rendirnos ante las dificultades. Está en nuestras manos transformarnos, transformar nuestras estructuras, porque pese a las dificultades que nos encontraremos, alcanzaremos nuestras metas.

Seamos, por último, hombres nuevos en comunión. Es Jesús resucitado quien nos acompaña en nuestro camino hacia Emaús, junto a nuestros hermanos, que van a nuestro lado en ese mismo camino lleno de dudas e incertidumbres. Porque la Pascua nos debe animar, como salesianos cooperadores, a vivir en una forma más auténtica la comunión fraterna con nuestros hermanos.

Os invito a caminar en este tiempo pascual como hombres y mujeres nuevos que sean luz y esperanza en la gente que nos rodea, en comunión fraterna con nuestros hermanos y con toda la Familia Salesiana.

Los pobres de espíritu son la fuerza silenciosa del bien que sana y sostiene el mundo
(Papa Francisco)