Eusebio Martínez Aguado

En el Boletín 684 de diciembre 2023 comenté el tema, que crea esperanza porque cuida la comunidad, con el título “todos: un solo espíritu y un solo cuerpo”. La sinodalidad en la Iglesia sigue adelante y, pienso, “eso es bueno”. Creo que debe ser subsidio de reflexión y oración el documento: “Una Iglesia Sinodal en misión” del 28 de octubre de 2023.

Nos situamos en el apartado primero: “el rostro de la Iglesia sinodal”. Después de reflexionar sobre la experiencia y comprensión de la sinodalidad, aborda el precioso tema de “reunidos y enviados por la Trinidad”. Subrayo algunos conceptos y propongo algunas conclusiones:

Subrayados:

  • Desde el sentido de Iglesia-Pueblo que se expresa en la Lumen Gentium 4, es importante entender que El Padre, con el envío del Hijo en el Espíritu Santo, nos introduce en el dinamismo que va del “yo” al “nosotros” para servicio del mundo.
  • La sinodalidad es universalidad; es el deseo de que Dios sea todo en todos; es fraternidad como luz y condición primera de verdadera misión.
  • Y todo siempre, y también en la Iglesia sinodal, todo es gracia. El gran regalo de la Navidad es Jesús que nos da el gran regalo de la fraternidad.
  • Esto exige sensibilidad y apertura a “la conversación en el espíritu” para discernir y vivir lo justo en cada momento. Se trata de posibilitar el que el Espíritu pueda hacer oír su voz inconfundible en nuestro mundo concreto.

Algunas conclusiones:

  • Sigue siendo verdad, cada día experimentada con más gozo, que “el camino de la sinodalidad es el camino que Dios espera de la Iglesia del Tercer Milenio” (Papa Francisco).
  • El PVA, en su proemio, indica que: algunos cristianos “impulsados por el Espíritu Santo”. Esos cristianos son los salesianos cooperadores. Una llamada a la sensibilidad espiritual que abre camino a la acción del Espíritu es ¡toda una opción vocacional coherente!
  • Fue el Espíritu Santo el que, con la intervención materna de María, suscitó la constitución oficial de la Pía Unión de Cooperadores Salesianos (cf PVA/E artículo 1).

Con frecuencia, en el deseo sincero de ser buenos-auténticos salesianos cooperadores, aparece la llamada insistente a cultivar la espiritualidad. Suena bien, y, además, ¡es cierto! Dice el documento que estamos comentando: “La renovación de la comunidad sólo es posible reconociendo la primacía de la gracia. Si falta profundidad espiritual, la sinodalidad se queda en una renovación cosmética”. Lo dicho: no estamos para simple cosmética, porque, en el camino, vamos aprendiendo a beber de un solo Espíritu (cf 1Cor 12, 13).