Cristóbal Marín Martínez e Irene Blaya Huertas

Queridos hermanos en Don Bosco:
Es primavera, que es sinónimo de vida, donde la naturaleza estalla en una inmensidad de luz, llena de multitud de colores, flores, y de contrastes.

Es mayo: el mes de María Auxiliadora, nuestra querida Madre, a la que tanto quería Don Bosco y nos recomendaba: “confiar en María y veréis lo que son milagros”.

La Virgen María, en sus múltiples apariciones y en distintos lugares del mundo, nos pide siempre que recemos el Santo Rosario diariamente por el bien de las almas y la salvación de la humanidad.

El mayor regalo que podemos hacerle a la Virgen durante este mes de mayo es rezarle un Rosario diario en su honor.
Rezar el Rosario en familia es poner bajo el manto protector de la Madre de Dios a nuestra familia.

Fomentar el rezo del Rosario en las familias cristianas, es una ayuda eficaz para contrarrestar los efectos de la actual crisis de la Familia, tan atacada por fuerzas disgregadoras, y que tanto afecta a las vocaciones tanto al sacerdocio como al matrimonio.

Fue Santo Domingo de Guzmán, a finales del siglo XII, cuando, en una visión, la Santísima Virgen María le encargó difundir el rezo del Santo Rosario.

Pero, ¿qué significa Rosario y de donde viene este nombre? Según se cuenta “Rosario” viene de la palabra del latín “rosarium”, cuyo significado es “jardín de rosas”. En la Edad Media, el término se usaba como “una corona de rosas”, y que a lo largo del tiempo se convirtió en el nombre de la oración que hoy conocemos como “el Rosario”.

Cuando rezamos el Rosario, ofrecemos una corona de oraciones a la Virgen María, en muestra del amor y la devoción que le tenemos. Cada cuenta supone lanzar una rosa al jardín de la Virgen. Cada oración corresponde con una ofrenda de amor a Dios. Cada letanía significa echar un piropo a la Virgen.

Don Bosco, animaba e inculcaba a sus jóvenes la devoción al Rosario y cuentan una anécdota sobre el Rosario.

El Oratorio de Don Bosco, en 1948 llevaba dos años, cuando recibió la visita del marqués Roberto d’Azeglio, amigo del rey Carlos Alberto. Tras el recorrido el visitante elogiaba alegre todo lo que veía. Pero le observó a Don Bosco el desagrado que le causaba ver el tiempo “perdido” por los chicos en el rezo del Rosario. “Deje de hacerles rezar esa antigualla de 50 Avemarías, una detrás de otra” le dijo.

Don Bosco, le respondió, “a mi me gusta esa práctica y mi institución está fundada sobre ella. Estaría dispuesto incluso a renunciar a su apreciada amistad, pero nunca al rezo del Rosario”, y así fue, nunca más se volvieron a ver.

Es cierto que tenemos escasez de tiempo, muchas obligaciones y vivimos llenos de problemas, pero hagamos un esfuerzo por rezar el Rosario en familia y la Virgen nos iluminará y allanará el camino, nos transmitirá paz y tranquilidad, y nuestra vida se volverá más sosegada.

Es un recordatorio constante de su amor por nosotros y una forma de ofrecer nuestras oraciones y penas a través de una corona de rosas.

¡Que la devoción al Rosario siga siendo una parte importante de nuestra vida de fe en nuestras familias!

Todo el daño que viene al mundo es el de no conocer las verdades de la Escritura
(Santa Teresa de Jesús)