Boletín 562, diciembre 2012

En el número 562 de diciembre de 2012 transcribíamos la ponencia de Don Pascual Chaves en el IV Congreso mundial de Salesianos Cooperadores donde se aprobaba definitivamente nuestro Proyecto de Vida Apostólica.
En este artículo hacemos un extracto representativo de lo publicado.

Me pidieron que profundizara y lo hago, en primer lugar porque este es el tema principal de vuestro Congreso, que tiene como objetivo principal la aprobación final de vuestro texto constitucional, y también porque estamos en una fase muy delicada de la historia debido a la profunda crisis (cultural, social, económica, política, científico/tecnológica, mediática, religiosa) que está atravesando la humanidad.

Llegando directamente al tema, que es el Proyecto de Vida Apostólica, me atrevo a decir que no es principalmente un proyecto hecho por nosotros, como si nosotros mismos diseñáramos nuestra forma de hacer apostolado salesiano, sino que es la asunción amable y agradecida del plan de Dios para implementar su salvación. Haciéndolo nuestro, asumiéndolo cordialmente, nos convertimos en cooperadores de Dios y compañeros de Jesús, la escuela de Don Bosco.

Esta perspectiva no es indiferente, porque significa tener como Regla de vida la Persona de Jesús y su Evangelio. Sólo de esta manera el Proyecto de Vida Apostólica de una Asociación de fieles laicos, como es la de Salesianos Cooperadores, se convierte en una lectura salesiana del Evangelio, y su validez será confirmada por el reconocimiento oficial de la Sede Apostólica, que declara la autenticidad evangélica del texto y por lo tanto, lo considera un camino que conduce a la santidad de quienes lo asumen y lo viven como una “Regla de Vida”, porque parte del amor y conduce al amor. Se trata además de un camino de fidelidad a Don Bosco, a su carisma y a su misión.

El PVA tiene un triple propósito: garantizar la identidad de la Asociación a través de una fidelidad dinámica, que tiene como referencia a la intuición y a la motivación original del Fundador y al mismo tiempo intenta actualizarse según los cambios de condiciones de la historia; fortalecer la unidad de sus miembros en su diversidad de origen, edad, formación, sensibilidad, lengua, cultura, pero unidos por el Amor, de la Fe, de la Esperanza y de un carisma común y un proyecto compartido; y promover su vitalidad, teniendo en cuenta que detrás de cada vocación hay siempre una misión que debe llevarse a cabo, en nombre de la Iglesia y a favor del hombre, mediante el cual el crecimiento personal y desarrollo de la Asociación se convierten en criterios de autenticidad y verificación.

Ya el texto anterior fue dotado de una visión teológica postconciliar que revela cómo la base de un proyecto de vida apostólica está en la fe bautismal y en la práctica de la vida cristiana como una expresión de Amor del Padre que a través de la acción de su Espíritu nos hace sus hijos y discípulos del Señor, nos insta a la plena configuración con Cristo.

La tierra ama nuestras pisadas y teme nuestras manos
(Joaquín Araújo)