Cristóbal Marín Martínez e Irene Blaya Huertas

Queridos hermanos en Don Bosco:

Como Salesianos Cooperadores y Hogares Don Bosco estamos llamados a ser acompañantes de matrimonios y jóvenes de nuestro entorno de forma que puedan en su camino diario, llegar al encuentro personal con Cristo.

En el PVA, en el Estatuto, Art.10. Pedagogía de la bondad. Punto 2. Dice: “favorecen un ambiente familiar en el que el diálogo constante, la presencia animadora, el acompañamiento personal, y la experiencia de grupo ayudan a percibir la presencia de Dios”. Y con el significado que nos plantea el artículo, queremos brindar desde la Pastoral Familiar y Hogares Don Bosco, una sencilla perspectiva que pueda guiar a quien desee o necesite acompañar a alguien.

Acompañar es un acto de amor, es tratar a una persona como tal y acompañarla en su fragilidad en un momento de su vida. Son rasgos del espíritu salesiano que tiene su origen en la caridad pastoral del discípulo de Jesús, que quiere seguirlo en su tarea de Buen Pastor.

Aunque el arte de acompañar es una tarea connatural del ser humano, se requiere una preparación si se quiere practicar con eficacia, no basta la buena voluntad.

Hay algo en común en las tareas cotidianas de padres, profesores, médicos, psicólogos, sacerdotes, matrimonios, familias, etc., y es que todos acompañan a personas alguna vez en su vida.

En cualquier momento, desde los Centros locales de Salesianos Cooperadores, Hogares Don Bosco, parroquias, etc., algunos, nos podemos encontrar con hermanos que puedan necesitar ser acompañados, o que nos pidan tal ayuda.

Las condiciones previas de un acompañante deberían ser: mirar a los acompañados como personas; aceptarlos de forma incondicional, tal como son; ser empático con ellos, ponerse en el punto de vista del otro. Ser capaz de manejar su vulnerabilidad y ser congruente entre lo que piensa y siente, y su expresión ante el acompañado.

Hay ocasiones en que el acompañamiento que se necesita es más complejo. Sabemos que los conflictos matrimoniales, los malos tratos, los problemas de comunicación, las dificultades para vivir la fertilidad, hoy son demasiado frecuentes.

En estos casos, debemos poder ofrecer a esas personas la ayuda del Centro de Orientación Familiar (C.O.F.) de las Diócesis. Son profesionales de orientación cristiana (médicos, psicólogos, psiquiatras, mediadores familiares, abogados, sacerdotes) que ofrecen su ayuda. Es necesario tener a mano el teléfono y acudir a ellos.

Los COF, también ofrecen, cursos de educación afectivo-sexual para catequistas y educadores. Formación para la Regulación Natural de la Fecundidad. Escuela de Padres.

Para acompañar a los matrimonios y las familias en crisis, en algunas diócesis de España, se ha implantado un servicio de ayuda personalizada, la red SAMIC (Servicio de Acompañamiento, Mediación e Integración Canónica). Su novedad radica en que un matrimonio acompaña y enlaza con las intervenciones necesarias.

 Es atención integral a matrimonios y familias en crisis, personalizada y asistida por matrimonios formados en la metodología de intervención.

Si aparece un caso para atender el SAMIC, y la Diócesis no existe un especialista concreto, se recurre a la Red para una consulta, o para una intervención.

Con esperanza cristiana, debemos transmitir a estas familias en conflicto y/o crisis, la confianza de ser acompañadas y atendidas por la Iglesia, que es Madre y ayuda de manera especial a sus hijos en los momentos de dificultad.

Lava tus pecados, no sólo tu cara
(Inscripción bautismal bizantina)