Luis Fernando Álvarez, SDB

El 2 de diciembre, primer domingo de Adviento, comienza el año litúrgico 2019, que tendrá su momento culminante en la celebración de la Pascua: el 21 de abril. Con el tiempo de Adviento se inaugura el ciclo C del leccionario dominical, que, entre otras características, propone una lectura semicontinuada del evangelio de san Lucas.

Recorrer el camino del año litúrgico, para reproducir progresivamente en la propia existencia los momentos de la vida de Cristo, es una buena ocasión para verifi car la importancia que damos al Señor en nuestra vida
cristiana de SSCC. En realidad, cada año litúrgico es una nueva oportunidad para sopesar el valor que le hemos dado a nuestro tiempo y a nuestra promesa apostólica, para crecer hasta conseguir la plenitud de la madurez en
Cristo (cf. Ef. 4.13). Nos puede, además, abrir los ojos para ver que el Señor, que nos ha dado todo, desea que no nos reservemos nada. La base fi rme que sostiene la teología del Adviento es que Jesucristo, que es enteramente fi el y
ha cumplido su palabra, ha entrado en nuestra historia y se ha convertido en el eje de la misma.

A nosotros toca preguntarnos: «Y eso ¿qué tiene que ver conmigo? ¿mi familia? ¿mi entorno? Y ¿de qué manera es Jesús el eje de mi vida entera? En la mochila de Adviento pongamos: La escucha orante diaria de la Palabra
de Dios (personal, en familia, en grupo). La oración perseverante y fi el cada día. La caridad práctica, generosa, no tanto y solo del dar, sino del darse sin límites. El cambio de vida fundado en la esperanza (virtud teologal clave del
Adviento), hasta poder decir «ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí» (Gal 2,20).

2. Los seis últimos días de diciembre son los primeros de la Navidad. Un Adviento bien hecho nos introduce de lleno y naturalmente en una celebración de la Navidad auténticamente cristiana. En las familias de los Salesianos Cooperadores y en las comunidades de los Salesianos y de las Salesianas consagrados el Nacimiento en pobreza y humildad del Señor se debe celebrar como en Belén y en Valdocco. Con una alegría honda e íntima, pero bulliciosa
y alegre en sus expresiones. En Valdocco, en efecto, los artesanos y estudiantes huérfanos o sin una familia de verdad veían y sentían en la imagen del Niño Dios a su propio hermano. El hermanito que llega a la familia para llenarla
de gozo. Sin duda ese era el verdadero origen del espíritu de familia de Valdocco.

Queridos Salesianos Cooperadores: después de un fecundo Adviento os deseo una gloriosa fi esta del Nacimiento del Señor. A cada uno de vosotros. A vuestras familias. A vuestro centros. Rezaré en la Misa del Gallo por todos y
todas.

PD. El V Congreso Mundial fue una experiencia de gracia extraordinaria. Dios nos bendice y pide que convirtamos nuestra promesa apostólica en camino hacia la santidad, que en nuestra espiritualidad, es alegre y simpática.
Santidad de la buena.