Eusebio Martínez Aguado

El Papa Benedicto XVI nos dejó en su testamento, entre otras joyas, el siguiente párrafo: “Jesucristo es verdaderamente el camino, la verdad y la vida; y la Iglesia, con todas sus insuficiencias, es verdaderamente su cuerpo”.

Con los ojos fijos en ese Jesucristo, Benedicto XVI nos legó un acerbo doctrinal digno de ser estudiado, vivido.

En el número 676 del Boletín hice una reflexión sobre la fe, recordando la Carta Encíclica «Lumen fidei». De alguna manera nos trasmitía el mensaje del año de la fe proclamado por Benedicto XVI.

En el número 678 hice una reflexión sobre la esperanza, recordando la carta encíclica «Spe salvi» del Papa Benedicto.

Con los “ojos fijos en Jesucristo”, podemos hacer una reflexión sobre la caridad al hilo de la Carta Encíclica «Deus caritas est» sobre el amor cristiano. En el inicio del documento se nos dice:

    • Dios es amor.
    • La formulación de la vida cristiana: “Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él”. Dicha formulación se convierte en la opción fundamental del cristiano.
    • El inicio de la vida cristiana es el encuentro con una persona: Jesucristo.

Tal vez hemos entendido la vida cristiana como una moral de comportamientos sacados de nuestro “buen corazón” y, como mucho, con cierta confrontación con alguna página del evangelio. Con el tiempo hemos ido comprendiendo que el objetivo de nuestra vida no es tanto una moral sino la búsqueda de una identidad: la identidad cristiana que tiene su firme apoyo en Jesús; y la base de una moral es sólo y siempre el encuentro con ÉL.

Los números del 12 al 15 nos hablan de «Jesucristo, el amor de Dios encarnado». Un Cristo que da carne y sangre a los conceptos en un realismo inaudito; manifiesta lo tan poco lógico y tan evangélico del hijo pequeño que se marchó de casa y fue recibido con fiesta y abrazo del padre.

Como no podría ser de otra manera, Jesús nos habla del amor a Dios y al prójimo en una síntesis perfecta que en el descubrimiento paulatino de Dios descubre el sitio justo del hombre sobre la tierra Y, sobre todo, de manos y del corazón de Juan se nos revela que el amor no consiste en que nosotros amamos, sino en que ÉL nos amó primero. Más que seguir indicando aspectos de esa encíclica, animo a leerla, meditarla.

En clave salesiana, sabemos muy bien que la Caridad Pastoral es el centro y síntesis del Espíritu Salesiano. El salesiano cooperador da testimonio de “sentir a Dios como Padre y Amor que salva; encontrar en Jesucristo a su Hijo Unigénito, apóstol perfecto del Padre; vivir en intimidad con el Espíritu Santo, animador del Pueblo de Dios en el mundo” (Artículo 2 PVA/E).

Todo un programa para un proyecto de santidad.