Isabel Pérez, FMA

 

Al entrar en la Cuaresma del 2019, el papa Francisco nos propone algunas reflexiones para acompañarnos en nuestro camino de conversión. Recuerda las palabras que san Pablo dirigió a los cristianos de Corinto para alentarlos a ayudar a los más necesitados: « Conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, el cual, siendo rico, se hizo pobre por vosotros para enriqueceros con su pobreza.» (2 Cor 8, 9).

Jesús se hizo uno de nosotros solo por amor, un amor que es gracia, igualdad, proximidad. La pobreza que asumió es precisamente su modo de amarnos, de luchar a nuestro lado, de cargar con nuestras debilidades. Su pobreza nos enriqueció porque Él, que era el Hijo, al hacerse humano pudo compartir con nosotros su espíritu filial. (cfr Rom 8, 29) Como seguidores de Cristo, los cristianos estamos llamados a realizar obras concretas a fin de aliviar las necesidades y las miserias que podamos. Preguntémonos de qué podemos privarnos a fin de ayudar a otros con nuestra pobreza.

En nuestro mundo muchas personas viven sin pan, sin esperanza y no pocas veces rechazando al Dios del amor. Les debemos el pan y la palabra. Y proclamar que existe el perdón del mal cometido; que Dios nos ama gratuitamente.
Francisco quiere también que tengamos presente el tercer aniversario de la publicación donde nos llama a una “conversión ecológica”. A un encuentro con Jesucristo que mejore nuestras relaciones con el mundo que nos envuelve, con la “casa común”, y nos haga adoptar un nuevo estilo de vida capaz “de una satisfacción plena, lejos de toda obsesión por el consumo” (LS 222). Un estilo de vida que:

  • suponga un aumento de la sobriedad en el uso de los bienes que tenemos a nuestro alcance y, por tanto, también de la capacidad de ser felices con poca cosa;
  • comporte el retorno a una simplicidad que nos permita fijar la atención en las cosas pequeñas, y a valorarlas sin prejuicios y con objetividad;
  • nos mueva a estar siempre agradecidos por las oportunidades que la vida nos ofrece, sin afección excesiva por lo que tenemos y sin entristecernos por lo que no poseemos, procurando evitar el afán de dominio y la acumulación de satisfacciones fugaces.

El padre Francesc Riu, sdb, en su libro “Carta del Papa Francisco: Ecología integral” explica que el movimiento ecológico mundial ha recorrido ya un largo camino y ha generado numerosas asociaciones comprometidas en esta lucha, pero muchos de los esfuerzos han sido ineficaces, por la oposición poderosa de algunos líderes políticos y por la indiferencia o la confianza en soluciones técnicas por parte de los ciudadanos. Concluye diciendo que “todos podemos colaborar como instrumentos de Dios en el cuidado de la creación, cada uno desde su cultura, su experiencia, sus iniciativas y sus capacidades.”

Este camino a recorrer, también como Asociación potenciará la vida que Jesús nos ofrece con su Resurrección