Borja Pérez 

Nos encontramos ya en los últimos compases de este curso, y es tiempo de hacer revisiones y evaluaciones de nuestros proyectos y de nuestras actividades. También en el ámbito de nuestra Asociación a todos los niveles: Grupos, Centros Locales, Consejos.


Muchas veces iniciamos el curso con un montón de propósitos bien intencionados, pero poco realistas; o, más habitualmente, nos planteamos objetivos que, siendo necesarios e importantes, requieren de tiempo para poder hacerse realidad, ya que requieren de procesos lentos de asimilación que lleven consigo cambios en la mentalidad de personas o en algunas de las estructuras en las que nos apoyamos en nuestra tarea de animación.

El hecho de no percibir estos resultados en no pocas ocasiones conlleva un cierto desánimo en algunos hermanos al entender que nuestra labor apostólica es poco fecunda.

Vivimos inmersos en una sociedad de usar y tirar donde la inmediatez y el resultadismo priman por encima de la paciencia y la convicción de la labor bien hecha. La tecnología y algunos componentes culturales refuerzan esta idea de que aquello que no reporta resultados inmediatos no sirve. Además, nos movemos continuamente asediados por urgencias en todos los ámbitos (laboral, familiar, en nuestras actividades) a las que tenemos obligación de ir dando respuesta en el día a día.
Este hecho en muchas ocasiones dificulta poder ir más allá, encender las luces largas, y tener una mirada amplia sobre los acontecimientos que vivimos y sobre los retos que afrontamos o debemos afrontar en un futuro.

En Mateo 25, se nos asemeja el Reino de Dios a las doncellas que velaron con lámparas de aceite de forma paciente esperando la llegada del esposo. Porque nada se improvisa. Estamos llamados a estar preparados para el encuentro con el Señor, sabiendo esperar y estando dispuestos a dejarnos sorprender cuando menos lo esperemos.

Llevado a nuestra vida asociativa, es importante tener en consideración el tiempo, los procesos, la paciencia. Todo ello es necesario para experimentar crecimiento. Dentro de la cultura de lo inmediato, siempre agobiados por los ritmos que nos vienen impuestos, necesitamos de espacios y condiciones para crecer, y de paciencia para ver ese crecimiento.

Necesitamos liberarnos de esa impaciencia y acoger con confianza que los ritmos no los ponemos nosotros, sino que Él es quien hace nuestros planes y define los tiempos.
Muchas veces también identificamos el éxito de una propuesta con su eficacia. Pero estas lógicas no siempre aplican cuando hablamos en clave evangélica. En ocasiones nos sentimos impotentes viendo que algunas de las actividades que hacemos en los Centros no se traducen en: mayor número de aspirantes, presencia de jóvenes en nuestros centros.
Como cristianos estamos llamados a dar testimonio evangélico, como salesianos cooperadores ese testimonio se basa en ser fermento dentro de los entornos en los que nos movemos, con propuestas audaces para responder en cada momento a los principales retos que se nos planteen. Estas semillas caerán en diferentes terrenos, y algunas de ellas con el tiempo acabarán dando fruto.

Os invito a seguir siendo hospital de campaña como nos pide el Papa, dando respuesta a las urgencias que debemos afrontar, pero manteniendo una mirada amplia sobre los desafíos que se nos plantean, sabiendo identificarlos, siendo audaces en las respuestas, y pacientes a la espera de los resultados.

El Papa Francisco nos ha pedido a toda la Iglesia embarcarnos en una verdadera conversión pastoral
(José Miguel Núñez)