Borja Pérez 

Nos encontramos ya en pleno tiempo de Adviento, en preparación de la llegada del Señor. En Adviento se nos invita siempre a poner de manifiesto de forma particular una serie de actitudes que, por otro lado, nos deben acompañar en todo momento, no solo estas cuatro semanas: La esperanza, el optimismo, el positivismo, la espera vigilante de la llegada gozosa del Señor a nuestras vidas.

Estamos acabando el año que conmemoramos el cuarto centenario de la muerte de San Francisco de Sales, que ha resonado durante todo el 2022 tras la invitación hecha por el Rector Mayor en su Aguinaldo: “Haced todo por amor, nada a la fuerza”. San Francisco de Sales, el santo de la amabilidad, nos invita a vivir siempre nuestro día a día desde la esperanza y el optimismo. Don Bosco, en herencia de esta amorevolezza del santo saboyano, nos recuerda siempre con su pedagogía de la bondad que debemos rescatar el lado positivo de cada situación y cada persona, especialmente de los jóvenes, que son buenos por naturaleza.

El anterior Aguinaldo, de 2021, nos daba también algunas claves en este sentido: “Nos mueve la esperanza”, porque Dios sigue haciendo nuevas todas las cosas.

Nuestro Proyecto de Vida Apostólica que, como dice don Pascual Chávez en su Presentación, se nos entrega como un “regalo muy valioso…, «libro de vida», con la tarea de conocerlo e interiorizarlo. Debe convertirse en objeto de estudio, de asimilación, de oración, de vida”, nos interpela en varias ocasiones sobre estas actitudes que de forma específica ponemos de manifiesto en Adviento.

El PVA nos habla de esperanza. En la propia Presentación se nos invita a “acogerlo con la gratitud y esperanza de quien recibe un preciado tesoro”. En el artículo 14 se nos recuerda que el Salesiano Cooperador es un hombre de experiencia de fe comprometida para “promover el humanismo salesiano para construir razones de esperanza y perspectivas de futuro”.

El PVA nos habla también de optimismo. Dentro del compromiso educativo citado en el Artículo 10, se nos recuerda que los salesianos cooperadores son personas que “apelan a los recursos interiores de la persona y creen en la acción invisible de la gracia. Miran a cada joven con optimismo realista, convencidos del valor educativo de la experiencia de fe. Su relación con los jóvenes está inspirada por un amor maduro y acogedor”. En el Artículo 13.4 se nos recuerda la valiosa herencia que custodiamos, el espíritu salesiano, que “se sustenta en una espiritualidad sacramental, que se concreta en vivir con alegría y optimismo lo cotidiano”.

Os invito a cultivar especialmente estas actitudes tan salesianas en todo momento, no solo en este tiempo de Adviento. Seamos capaces de mirar con esperanza al hermano de nuestro centro, a nuestro compañero de trabajo, a los jóvenes que nos están esperando, rescatando siempre lo positivo que hay en cada uno de ellos por encima de aquello que nos separa. Llevemos especialmente estas actitudes a nuestra vida de centro y asociativa, construyendo verdaderas comunidades fraternas desde la esperanza y desde la empatía con nuestros hermanos.

Os invito por tanto a vivir en un continuo Adviento desde la esperanza y la actitud vigilante ante la llegada inesperada del Señor en cualquier momento de nuestras vidas, a través de toda la gente que se va cruzando en nuestro camino.

El amor es fuente de conocimiento porque hace que se ahonde la relación personal
(Pier Giordano)