Raúl Fernández Abad

Este verano me ha servido para recargar pilas para el curso que se avecina. Espero que también vosotros hayáis descansado y encontrado fuerzas para poder afrontar este curso esperanzador. Un curso cargado de acontecimientos presenciales.

Esperemos que la pandemia nos deje recuperar esa cualidad salesiana tan importantes que es la presencialidad. La presencialidad en el apostolado, la presencialidad en la vida social, la presencialidad en las actividades de la Asociación pero principalmente en la presencialidad en nuestro Centro local.

Parece que ya está mejorando la situación de la Pandemia y nos dejan recuperar la normalidad. Ya podemos empezar a poder juntarnos presencialmente. Durante este mes de septiembre, guardando las medidas de seguridad oportunas, se van a llevar adelante dos Congresos provinciales tanto en la Provincia María Auxiliadora como en la provincia de San Juan Bosco. También otras provincias (Mare de Deu, San José y Santiago el Mayor) van a llevar adelante encuentros presenciales donde prima la palabra «volver».

Los Centros locales están recuperando la actividad y la presencialidad. Debemos perder el miedo a juntarnos físicamente. Este «perder el miedo» no debe confundirse con perder el respeto u olvidar lo que ha pasado. Seamos precavidos y cumplamos las medidas de seguridad.

Seguro que cunado nos encontremos recordaremos a aquellos hermanos, familiares y amigos que han ido a la casa del Padre en este tiempo de virtualidad y, a lo mejor, ni nos pudimos despedir de ellos.

Y al hilo de este párrafo me surge la siguiente inquietud que quiero compartir con todos vosotros. ¿Hemos regresado a la presencialidad todos los que somos en el centro?

Posiblemente con la pandemia algunos hermanos no estén volviendo a la vida del Centro. Algunos ya ausentes y otros que se están empezando a ausentar. Puede que ni nos hayamos parado a pensar en estos hermanos ni ahora y, a lo mejor, ni también durante la Pandemia.

Hace algún tiempo, junio de 2019 en la Consulta regional, nos dimos un instrumento en el ámbito de la Región que ha sido ampliamente difundido en este Boletín como era el documento que llamamos coloquialmente «alejados» (cf. Boletín de la ASSCC número 647) que daba pistas para el discernimiento y acompañamiento del alejado.

En esa línea creo que es un buen momento para que en nuestros centros, en nuestros grupos de referencia, en definitiva, en nuestra comunidad cristiana de referencia nos paremos un instante, miremos a nuestro alrededor y observemos si falta alguno de nuestros hermanos (recientemente o desde hace algún tiempo). Si lo identificamos pues podemos intentar con él los siguientes pasos:

  1. Identificar al hermano ausente y acercarnos a conocer su situación.
  2. En dialogo fraterno identificar las causas de su alejamiento.
  3. Ofrecerle al hermano elementos que le puedan ayudar a discernir su situación.
  4. Hacerle sentir la importancia de su presencia entre los hermanos del centro
  5. Y lo más importante, si se puede, celebrar una fiesta porque un hermano ha vuelto.

No esperemos al hermano sino que salgamos en su búsqueda como Jesús nos recuerda en el Buen Pastor.

Un fuerte abrazo

Dios va haciendo historia desde los acontecimientos que se van sucediendo
(Ana Almarza)