Josean Hernández, sdb

Pablo Álbera nació en None un pueblo situado a 23 km de Turín, el 6 de junio de 1845, en una familia profundamente cristiana: de siete hijos, cuatro fueron religiosos. Pablo era el más pequeño.

El párroco de None, Matteo Abrate, se lo presentó a Don Bosco Y, sin esperar más, Pablito se fue a Valdocco (18.10.1858). Fue protagonista en una foto famosa, donde aparece confesándose con Don Bosco. No estuvo el grupo de los fundadores de los SDB, porque era muy joven, pero sí estará entre los primeros que profesen como Salesianos (1862), pese a la oposición de las autoridades diocesanas que también lo «pretendían».

Don Bosco lo envió al Colegio de Mirabello (1863), la primera casa salesiana fuera de Turín. Además de dar clase, estudiaba para obtener el título de Maestro y ser ordenado sacerdote en 1868. Aquí fue profesor y amigo del pequeño Felipe Rinaldi. Pasa tres años en Valdocco y, luego, Don Bosco lo envía a fundar y dirigir, primero, la casa de Génova-Marassi (1871) y, luego, Génova-Sanpierdarena (1872). Que la convertirá en la Segunda Valdocco. En 1881 va de Inspector a Francia y Bélgica, donde estuvo once años. Se parecía tanto al Fundador que le acabaron llamando «Le petit Don Bosco» [el pequeño Don Bosco].

El Santo le quería tanto que, poco tiempo antes de morir, decía: Paolino [Pablito], ¿dónde estás? ¿por qué no vienes? En 1892 fue elegido Director Espiritual de la Congregación a lado de don Miguel Rua.

Entre 1900 y 1903, Don Rua le mandó a visitar «todas» las casas de América (en coche, en tren, en carroza, a pie, a caballo… frío, calor…). Volvió agotado. La enfermedad y el cansancio lo acompañarán el resto de su vida.

En 1910, a la muerte de Don Rua, fue elegido Rector Mayor. Lloró como un bebé. No se creía preparado para ser sucesor ni de Don Bosco ni de Don Rua. Pero, don Felipe Rinaldi, dio a conocer una profecía: Don Bosco había dicho 35 años antes que don Álbera sería «mi segundo…» sucesor como Rector Mayor.

Le tocó lidiar con la Primera Guerra Mundial. Cientos de Salesianos fueron llamados a filas. Muchos murieron. A veces se enfrentaban entre ellos al formar parte de ejércitos «enemigos». Don Álbera escribía cartas personales a todos y cada uno de los Salesianos soldados. Acabada la guerra tuvo la suerte de ver, con toda la Familia Salesiana, la inauguración del monumento a Don Bosco en Turín.

Falleció el 29 de octubre de 1921 y, por supuesto, quiso ser enterrado en Turín-Valsalice con sus dos grandes padres, hermanos, maestros y amigos: Don Bosco y Don Rua.

La unión estrecha del amor y la fidelidad origina familiaridad y confianza
(San Francisco de Sales)