Boletín, enero 2006
Transcribimos el artículo publicado en la página 1 de nuestro boletín de enero de 2006 en «Editorial» donde se nos pone de manifiesto el significado del nacimiento de Jesús en nuestras vidas.
Acabamos de celebrar el misterio de la Navidad que ha hecho visible entre nosotros al Invisible. El Dios Altísimo se ha hecho cercano y accesible como niño portador de una salvación que va más allá de lo que pudiéramos imaginar.
La senda por la que discurre la marcha de la humanidad, ya no es oscura ni desconoce la meta a la que se encamina. El Hijo del Dios ha querido hacerse hijo de María y vivir bajo la protección paterna de un sencillo y honrado israelita – José – trabajador, abnegado, oculto en el silencio, lleno de Dios y dócil a sus designios misteriosos. Jesús ha hecho su aparición entre nosotros, ha querido compartir nuestro destino, hacerse como nosotros, uno más entre nosotros y convertirse en nuestro hermano.
La fe amplía el horizonte de nuestro campo de visión y nos da la seguridad de que Éste que camina a nuestro lado, que comparte nuestra suerte, que sufre nuestras penas y experimenta nuestras debilidades hasta el punto de someterse a nuestra muerte, Cristo Jesús, es la imagen viva de Dios, el Verbo del Padre, que se encarnó para traernos la vida y hacernos partícipes de la salvación.
No se trata de una fantasía de ensoñación, sino de una realidad palpable que desconcierta y enardece al mismo tiempo, mientras infunde en nosotros confianza, valentía, ganas de vivir y trabajar en la tarea para la que el Hijo de Dios Altísimo quiso venir a la tierra: instaurar en ella el Reino de Dios.
Bajo el impulso de su presencia alentadora, seguros de que camina a nuestro lado y sigue nuestro paso, bajo la mirada materna de María, iniciamos con ilusión y entusiasmo este Año 2006.
El Boletín de Cooperadores Salesianos os lo desea a todos muy feliz, muy fecundo en obras de vida, lleno de paz y alegría que proviene del corazón mismo del Dios que quiso poner su tienda entre nosotros y hacerse nuestro compañero de camino.
Jesús es el regalo perfecto e indescriptible de Dios. Lo asombroso es que no sólo somos
capaces de recibir este regalo, sino que podemos compartirlo con otros en Navidad
(Joel Osteen)