Isabel Pérez Sanz
Cuando escribo estas líneas, estoy en el campo, en contacto con el mundo vegetal, y es muy saludable. El aire que respiro está purificado constantemente por las plantas, y los árboles que nos rodean, absorben el anhidrido carbónico que nosotros emitimos con la respiración y aumenta el porcentaje de oxígeno que necesitamos, y ello “mantiene y es importante para nuestra salud física y psíquica”.
Esto, me hace pensar en la importancia que tiene el ambiente en que vivimos, el espíritu que respiramos. Es necesario desprenderse de la negatividad que nos hace daño y adquirir otros valores, que nos hacen vivir como personas “más oxigenadas” y con mayor vitalidad. En el encuentro de delegados y delegadas que tuvimos en la Consulta de junio, se sugirieron algunas aportaciones que favorecen nuestros ambientes salesianos… y os las comparto:
La importancia de la escucha atenta, de la presencia cercana, creando ese clima de confianza y de apertura que favorece el captar las necesidades, las expectativas y las experiencias vitales. Sabemos que en nuestra sociedad es urgente encontrar personas capaces de escuchar y, sin emitir juicios, dar la mano y acompañar en el camino. Por eso, la escucha transmite afecto y comprensión, da a entender que el otro es apreciado y que su presencia y su parecer son tenidos en consideración. El SSCC que escucha, da la mejor respuesta a quienes están cercanos, a la propia Familia Salesiana, porque el estar presente, atento y escuchando, permite descubrir los dones con los cuales el Espíritu Santo ha enriquecido a cada persona.
Madre Chiara, de quien tomo algunas ideas, define el ambiente, como “profecía de la presencia” con la sabiduría propia de Valdocco y de Mornese. Hablando de la importancia de la generatividad, que despierta el deseo de vivir, de responder, de ser feliz, dice “que esta debe basarse en la humildad, el servicio motivado y la escucha”, tres cualidades, tres valores fundamentales para generar vida.
Hermanos, iniciamos un programa de trienio nuevo, con una gran carga de gratitud por los 150 años de la Asociación y se nos invita a vivir en la humildad. La humildad, que ayuda al conocimiento de los propios valores y dones para poder reconocer los valores de los otros, permitiendo que los pongan al servicio de los demás, buscando, juntos, el crecimiento de cada uno y del grupo. Solo quien es humilde puede compartir la vida, gastarse y acompañar, sin buscar reconocimientos, sin necesidad de competencia.
María, la madre de Jesús, mujer contemplativa y humilde, nos acompaña. Ella, armoniza la virtud de la fortaleza con la humildad. Que vivamos con gozo y gratitud este nuevo y significativo curso. Un abrazo.
