Borja Pérez 

A lo largo de este curso, como parte de nuestro proyecto 2023-24 “Testigos de un sueño”, desde la Región estamos animando a esforzarnos en fortalecer nuestra identidad cristiana y salesiana para poder llegar a ser verdaderos testigos, siendo testimonio vivo del Evangelio con estilo salesiano siendo, como nos indicó nuestro Rector Mayor en el Aguinaldo 2023, fermento en la familia humana de hoy. En nuestro proyecto animamos también a volver a las fuentes para poder redescubrir qué es lo que implica vivir en estas claves. Y nuestras fuentes permanentes siempre, como salesianos cooperadores, son la Palabra de Dios y el PVA.

Los primeros testigos que hubo de Jesús fueron sus 12 apóstoles. En realidad, los doce pasan casi de hurtadillas por el texto del Evangelio, permaneciendo casi en el anonimato. Se sabe poco de ellos, de sus vidas. Son actores secundarios del Evangelio.

En muchas películas, los actores secundarios tienen pocas intervenciones y no pocas veces éstas son para resaltar cualidades no siempre positivas. Pero en una película siempre es importante la presencia de estos actores de relleno, más allá de sus propias intervenciones más o menos brillantes.

Es evidente que Jesús no llamó a los 12 hombres más brillantes de Israel. El elije a los que quiere, no a los mejores. Porque lo importante no es quien transmite en mensaje, sino el mensaje en sí. Cuando el mensajero es más importante que el mensaje, éste puede perder valor o quedar eclipsado. De la misma forma Don Bosco, en sus inicios en el oratorio, se rodeó también de muchos colaboradores, de muchos jóvenes, de su madre, de gente sencilla y de clases populares. En clave cristiana, estamos llamados a ser esos mensajeros, discretos y normales. Que experimentemos esa presencia del Señor y nos haga ser verdaderos testigos de su mensaje. Vale mucho más lo que transmitamos como consecuencia de haber experimentado ese encuentro con el Señor que lo que podamos verbalizar con palabras brillantes, pero sin esa vivencia.

Por otro lado, los apóstoles en el Evangelio no se convierten de forma automática en testigos de Jesús, si no que experimentan un largo proceso para entender quién era y qué mensaje proponía. Algunos de estos apóstoles incluso niegan a Jesús o son incrédulos ante su presencia ya resucitado. En ocasiones, en nuestra vida asociativa (en la vida en general) pretendemos entender todo a la primera. Pretendemos también que nuestros proyectos y propuestas den fruto de forma inmediata, y en caso contrario los desechamos por ineficaces. Pero todo en la vida necesita tiempo, aunque la paciencia sea una virtud contracultural, en una sociedad donde todo es inmediato y donde todo cambia a gran velocidad. En nuestra vida personal, en nuestra vida asociativa, necesitamos mantener abierto un diálogo permanente con Jesús, dejando que su mensaje cale, empape, y no resbale. En ese camino, como los apóstoles, cometeremos errores, tomaremos decisiones equivocadas, pero eso no debe llevarnos a cerrar ese diálogo con el Señor que nos debe acompañar en todo momento.

Os invito a ser testigos del Evangelio con estilo salesiano desde estas claves, dejando que Jesús nos lleve de la mano, con nuestras dudas, con nuestras limitaciones, con nuestros errores, en nuestra vivencia de nuestro Proyecto de Vida Apostólica, que es nuestro camino a la Santidad.

Haced todo el bien que podáis; pero sin ostentación.
La violeta, aunque esté escondida, se descubre por su fragancia
(San Juan Bosco)