Borja Pérez 

Superamos el primer trimestre del año mientras nos van resonando los ecos de las 41 Jornadas de Espiritualidad de la Familia Salesiana de Valdocco y del Aguinaldo del Rector Mayor. Además este año el Aguinaldo parece dirigido directamente a nosotros, SSCC (de hecho lo está, como miembros laicos de la gran Familia Salesiana, aunque no de forma excluyente).

El Aguinaldo 2023, “Como fermento en la familia humana de hoy; la dimensión laical de la familia de Don Bosco”, nos interpela especialmente como laicos de la Familia Salesiana que, tal y como indica nuestro Proyecto de Vida Apostólica, somos verdaderos salesianos en el mundo, viviendo nuestra fe en nuestra propia realidad secular. Nos ubicamos por tanto dentro de una realidad mucho más amplia de los límites de nuestra familia, de nuestro centro, de nuestra iglesia local: Formamos parte de la familia humana, y dentro de ésta debemos ser fermento. En los Evangelios Jesús presenta a menudo el Reino de Dios por medio de metáforas que llevan a trabajadores de la vida real: El sembrador, la mujer que fermenta la harina. Porque es así como se desarrolla el Reino de Dios en la historia de la humanidad: en nuestro día a día, en nuestro trabajo cotidiano, fermento que transforma el mundo desde dentro.

Como salesianos cooperadores, somos invitados en nuestro PVA a sentirnos íntimamente solidarios con la sociedad en la que vivimos y en la que estamos llamados a ser luz, sal y fermento, realizando en primer lugar nuestro apostolado en los compromisos cotidianos, en los cuales debemos ser sal y luz, levadura en la masa. ¿Cómo ser levadura en la masa?

En la fabricación del pan la función de la levadura es la de generar “CO2”, provocando que la masa aumente su tamaño y que se forme la estructura suave y esponjosa de la miga, viéndose este proceso favorecido también por el amasado. Además, la levadura también contribuye al sabor y al aroma del pan. Es decir, la levadura, con una participación aparentemente pasiva, genera procesos, da sabor y aroma. Aparentemente pasiva, porque realmente sin amasado no se produciría el efecto tal y como lo conocemos.

Para ser fermento debemos vivir de manera auténtica y creíble siendo fieles, en este caso, a nuestro PVA. Quizá en algunos momentos podamos confundir esta preferencia del ser, de la presencia, sobre el hacer, el activismo, con la autocomplacencia y la pasividad. No hacemos propuestas porque ya somos fermento con nuestra presencia. ¿Cómo podemos conseguir que nuestra presencia sea verdaderamente una presencia animadora que sea fermento, remueva corazones y suscite procesos, y no una presencia pasiva que no produce ningún efecto en las personas que nos rodean?

Nuestra presencia será verdaderamente transformadora cuando nosotros hayamos primero experimentado la alegría plena del encuentro con el Señor, que es quien amasa la harina junto con la levadura que nosotros aportamos en el mundo que nos rodea. No seremos fermento de ningún proceso si no hay un encuentro con el Señor que ayude a sacar adelante esa masa.

Os animo a vivir con alegría y autenticidad nuestra vocación cristiana y salesiana en nuestros quehaceres cotidianos, para llevar el Reino de Dios allá donde vayamos mediante nuestra presencia renovadora y transformadora.

Es necesario llegar al fondo para descubrir lo nuevo
(Padre Arrupe)