Como sabéis, un aspecto importante dentro de nuestra identidad como salesianos cooperadores es la parte eclesial. Conocer los documentos de la Iglesia y llevarlos a nuestra vida es por tanto una tarea que no podemos obviar. La exhortación apostólica Evangelii Gaudium constituye además un programa del papado de Francisco.
Desde la Secretaría Ejecutiva y durante los dos últimos años, venimos llevando a cabo una lectura y reflexión compartida de algunos artículos de este texto, concretamente los más vinculados al tema de la evangelización. Este curso seguimos con la misma dinámica, en este caso comentado los artículos vinculados al tema del discernimiento. Esta reflexión es animada por un pequeño equipo de trabajo que se está encargando de ir sensibilizándonos con los temas pastorales y en particular con el hecho de que los salesianos cooperadores podamos ir llevando a cabo una reflexión pastoral propia que nos lleve a ser más fecundos en nuestra misión.
A partir de ahora, pretendemos dar un pasito más e invitar a todos los hermanos a llevar a cabo igualmente esta reflexión pastoral compartida. Este año seguiremos con la parte del discernimiento. Desde nuestra página web vamos a habilitar un espacio donde todos podremos entrar e ir comentando los textos. Os animamos a difundirlo a todos los SSCC y participar. Se trata simplemente de eso, leer y compartir nuestras reflexiones a través de la página web, sin mayor pretensión.
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TEXTO PARA LEER Y COMENTAR. Puedes descargar el documento completo desde este enlace (docx)
EL DISCERNIMIENTO
No a la mundanidad espiritual
93. La mundanidad espiritual, que se esconde detrás de apariencias de religiosidad e incluso de amor a la Iglesia, es buscar, en lugar de la gloria del Señor, la gloria humana y el bienestar personal.
Es lo que el Señor reprochaba a los fariseos: «¿Cómo es posible que creáis, vosotros que os glorificáis unos a otros y no os preocupáis por la gloria que sólo viene de Dios?» (Jn 5,44). Es un modo sutil de buscar «sus propios intereses y no los de Cristo Jesús» (Flp 2,21). Toma muchas formas, de acuerdo con el tipo de personas y con los estamentos en los que se enquista. Por estar relacionada con el cuidado de la apariencia, no siempre se conecta con pecados públicos, y por fuera todo parece correcto. Pero, si invadiera la Iglesia, «sería infinitamente más desastrosa que cualquiera otra mundanidad simplemente moral»
94. Esta mundanidad puede alimentarse especialmente de dos maneras profundamente emparentadas.
Una es la fascinación del gnosticismo, una fe encerrada en el subjetivismo, donde sólo interesa una determinada experiencia o una serie de razonamientos y conocimientos que supuestamente reconfortan e iluminan, pero en definitiva el sujeto queda clausurado en la inmanencia de su propia razón o de sus sentimientos.
La otra es el neopelagianismo autorreferencial y prometeico de quienes en el fondo sólo confían en sus propias fuerzas y se sienten superiores a otros por cumplir determinadas normas o por ser inquebrantablemente fieles a cierto estilo católico propio del pasado. Es una supuesta seguridad doctrinal o disciplinaria que da lugar a un elitismo narcisista y autoritario, donde en lugar de evangelizar lo que se hace es analizar y clasificar a los demás, y en lugar de facilitar el acceso a la gracia se gastan las energías en controlar.
En los dos casos, ni Jesucristo ni los demás interesan verdaderamente. Son manifestaciones de un inmanentismo antropocéntrico. No es posible imaginar que de estas formas desvirtuadas de cristianismo pueda brotar un auténtico dinamismo evangelizador.
PARA REFLEXIONAR…
1. “La mundanidad espiritual, que se esconde detrás de apariencias de religiosidad e incluso de amor a la Iglesia, es buscar, en lugar de la gloria del Señor, la gloria humana y el bienestar personal …”.
La vida de nuestros centros, nuestro trabajo pastoral, nuestra vida asociativa… ¿Busca la gloria de Dios, o nuestra propia reafirmación?¿Analizamos, en clave de oración, si nuestros centros pecan de autocomplacientes en ocasiones?¿Nos ponemos en manos del Espíritu para ver hacia donde debemos caminar?
2. “…una fe encerrada en el subjetivismo, donde sólo interesa una determinada experiencia o una serie de razonamientos y conocimientos que supuestamente reconfortan e iluminan …”. “…una supuesta seguridad doctrinal o disciplinaria que da lugar a un elitismo narcisista y autoritario, donde en lugar de evangelizar lo que se hace es analizar y clasificar a los demás …”.”… No es posible imaginar que de estas formas desvirtuadas de cristianismo pueda brotar un auténtico dinamismo evangelizador.”.
¿Percibimos en nuestros centros un auténtico dinamismo evangelizador?¿Y en los órganos de animación de la Asociación?¿Se manifiestan estas formas de “mundanidad espiritual”?